Rayan y Balto eran dos muchachos aparentemente normales que vivían en Kasham, una pequeña ciudad de Persia, pero que era famosa por sus excelentes alfombras de lana, y en cuyo mercado se reunían cada lunes gentes de toda la región e incluso de fuera de las fronteras persas.
Los dos muchachos escondían un secreto, un terrible secreto por el que podía peligrar su vida si era descubierto. Aprovechaban los lunes, el día en el que la ciudad estaba repleta de gente y se podían confundir en la multitud, para reunirse en el mercado. Allí era donde se encontraban siempre, a una hora fija, fingiendo ser dos compradores más. Luego bajaban a los sótanos del mercado, un lugar oscuro en el que se almacenaban cientos de alfombras, pero que raramente era visitado por nadie más. Allí era donde expresaban su amor durante horas, lejos de las miradas curiosas de la ciudad. Sabían que lo que hacían era peligroso, pero el amor que sentían era mucho más importante que cualquier peligro.
Llegó el día en el que tenían que tomar una decisión, ambos habían sido prometidos por su familia y habrían de casarse en pocos meses. No había alternativa, debían escapar si querían seguir juntos. Así que el lunes siguiente, se escondieron en el carro de un mercader hindú, sabía que él los llevaría muy lejos de allí. Y así fue, pero cuando el carro estaba muy lejos de la ciudad, fueron descubiertos por el mercader.
Aquel mercader, lejos de denunciarles, les dijo:
—No temáis, yo os llevaré a un lugar seguro, allí podréis ser felices. Solo os pido una cosa: “Disfrutad de vuestro amor, todo lo que yo no pude hacerlo”.
Buen relato, muy emotivo.
Enhorabuena paisano.
Saludos Insurgentes.