Todos estaban nerviosos. No se recordaba un evento de esta magnitud. Ni siquiera los más ancianos habían tenido oportunidad de presenciar un alboroto semejante en el pueblo. La humilde y minúscula librería de Peterete de Villacuerna se había quedado pequeña por primera vez en la historia.
¡Qué fascinante ver a cada habitante transformado para la ocasión! Los cardados que lucían algunas de las señoras eran tan exagerados que incluso podían albergar los nidos de varias aves migratorias. Y qué decir de esos señores que parecían haberse puesto de acuerdo para rebozarse en la más arcaica de las fragancias. Los tres niños que habitaban la aldea, todos ellos varones, habían sido forzosamente decorados con clásicas pajaritas de época.
Cámaras y periodistas se entremezclaban con los locales en busca de la mejor posición desde la que interactuar con ella. Con la única persona que había puesto en el mapa este diminuto municipio. La escritora aclamada por prensa, lectores y compañeros de oficio. La misma que arrancó de enfrente de las pantallas a la totalidad de la población del país. La autora de la novela de intriga más vendida de la nación. La misteriosa Árida Desiértez, quien finalmente mostraría su rostro y saldría del anonimato.
Fue precisamente este peculiar y rocambolesco nombre el que empezó a llamar la atención de los primeros curiosos que compraron su novela. La calidad del texto hizo el resto, extendiéndose como la pólvora. Las palabras estaban hiladas con un gusto exquisito. Cada página obligaba al lector a querer saber más. El misterio de una mujer que desaparecía en un insignificante pueblo cuya descripción coincidía exageradamente con la de Peterete.
Pero Árida tenía otros planes. Sin previo aviso y haciendo honor a su propia trama decidió no acudir a la cita. Simplemente desapareció y la ficción se hizo realidad.
Me ha encantado Mikel, enhorabuena.
Saludos Insurgentes