Mantengo mi cerebro despierto estudiando los mapas hallados en una libreta que había bajo unos cimientos de la muralla del gran líder de Jegvil. He comenzado a descifrarlos y descubrí que su pertenencia es de unas catacumbas bajo Anólas, la biblioteca prohibida; Anólas fue clausurada según cuentan los bélicos porque fue imposible destruirla, es inquebrantable.
Me ha tomado una semana meditar si debo hacer esto o no, mi muerte corre peligro desenterrando los cadáveres del Jegvil pero mi pueblo debe salir de la ignorante putrefacción de las sombras.
Levante la trampilla y lo primero que recuerdo fue oír un gran suspiro como el viento susurrando, me escurría agua por la frente y las manos, no había humedad ni hielo en las estanterías, solo trozos de libros retorcidos y libreros chamuscados; doblados, rasguñados y algunos solo se volvieron simples tablas y otros se redujeron a cenizas. Había un solo libro intacto sobre un altar, y al levantar la tapa sentí que el aclamado infierno se me había alzado, salió una luz enceguecedora y me costo reincorporarme, nunca había visto algo semejante al brillo. Coloque mi mano sobre lo que esperaba que fuera una página, y pude atravesarlo, introduje mi torso en él y sentí como la vida se me iba, podía asfixiarme. Una explosión me ensordeció, se me caía el cabello y empecé a perder la vista por las múltiples luces malvas, azules y doradas. Ese libro es un portal al purgatorio, un mundo en el que la eternidad es finita, los cuerpos se desgastan, y hay capas de estrellas con areolas sobre el manto negro del universo.
Y el gran Jegvil lo sabe, nos arrebato el derecho de morir, encerrándonos a todos sus hijos en este domo gélido y sombrío.
Hermanos, el fin esta aquí, vengan a morir pronto.
- Attila.
Me ha gustado.
Saludos Insurgentes