«Canalla»

Sinvergüenza. Impresentable. Desgraciado. Canalla. Hijo de... Son los insultos que recibo a diario a través de las redes sociales. Lo peor de todo, es que tienen razón.
Me llamo César Castillejo y antaño fui un presentador de éxito. Me licencié en periodismo en la universidad de Barcelona. Con notas raspadas saqué la carrera; matrícula de honor con la rectora: una mujer entrada en los cincuenta con decenas de contactos en periódicos y en televisión. Nuestra aventura acabó cuando nos descubrió su marido en el apartamento que tenían en la playa, al que (casi) nunca iban. Rompí un matrimonio, pero logré mi primer trabajo en televisión.
Veinte años de carrera donde logré tres ondas, me casé dos veces y me aficioné a las drogas y el alcohol.
Mi descenso a los infiernos se confirmó el día que unos paparazzi me descubrieron en la parte trasera del coche en la Gran Vía de Madrid. Iba puesto de coca y la cabellera de una azafata del programa enredada entre mis bajos. La mamada más sonada de la historia, con permiso de Monica y Clinton. Me costó el trabajo y un divorcio millonario. Mi exmujer se cobró su venganza en un tour de programas del corazón, revelando mis vergüenzas y mi pésimo carácter. Durante años fui vetado en mi profesión hasta que conocí a Varela, mi representante. Me indicó los pasos a seguir para volver a los platós y poco a poco recuperar mi vida.
Y aquí me encuentro, sentado en un sofá, en directo para toda España, junto a mi compañera nominada, una cantante venida a menos, que acaba su alegato entre lágrimas suplicando a la audiencia ser salvada.
— César, tu turno — oigo decir al presentador.
pienso; antes de empezar mi discurso fingiendo que quiero seguir en este antro.