☀️ Es un día cualquiera y tu protagonista está en una situación cotidiana. De pronto, empieza a sentirse mal. No lo sabe, pero sufre una grave enfermedad crónica. Cuenta su historia.
Un día cualquiera. Un humeante café alumbraba las primeras horas de la mañana de aquel lunes. Los tertulianos vociferaban por la radio como si no hubiera un mañana. La tostada me supo amarga. Recuerdo que se me derramó el café por los pantalones. ¿Qué me estaba pasando? Me costaba respirar, no podía articular palabra. Me temblaba todo el cuerpo. Notaba los huesos tan entumecidos como si hubiera hibernado durante un largo invierno y la garganta pastosa y tan seca como si hubiera atravesado el desierto del Sáhara. Justo antes de desplomarme observé acercarse la sombra borrosa de Mr. Trump, mi bulldog inglés. Cuando me desperté, notaba los vaivenes de la ambulancia y los gruñidos nerviosos de mi perro. ¿Quién habría avisado a los sanitarios? ¿Tenía algo grave? ¿Cuánto tiempo habría pasado desde que perdí la consciencia? «Diabetes», la palabra que me acompañaría durante el resto de mi vida. Mr. Trump se acercó a mi cama, colocó sus patas delanteras sobre la sábana y requirió solícito su caricia de rigor. ¿Fuiste tú el que llamó a la ambulancia? Le pregunté con la mirada. No, aquello no tenía ningún sentido. De repente, allí estaba plantado en el marco de la puerta: un anciano vestido con un traje de tres piezas completamente blanco, corbata, zapatos y sombreros también blancos. Aquel rostro me resultaba extrañamente familiar. No podía creer la imagen que se estaba formando en mi retina. No podía ser verdad. Era el hombre cuya identidad llevaba usurpando durante los últimos veinte años de mi vida. No, definitivamente no podía ser cierto. Yo mismo lo había asesinado y enterrado en un bosque de Québec. ¿Me estaba volviendo loco? ¿Acaso estaba soñando? No, aquello era muy real. Cuando desperté el hombre seguía allí apostado junto al marco de la puerta de mi habitación. ¿Fin?
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Francisco Seoane Martín
Francisco Seoane Martín (Oviedo, 1987). Abogado ejerciente del Ilustre Colegio de Abogados de…
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Mila Clemente
15 nov, 21:29 h
Había vuelto de entre los muertos para vengarse... O no estaba muerto, estaba de parranda... jajaja
Rodelvalu84
16 nov, 00:05 h
Qué bien está contado...me gusta la manera de describirlo todo y el final me ha dejado pensando...
elinsurgentecalleja
16 nov, 00:35 h
Relato muy descriptivo y exquisito en vocabulario, con expresiones muy marcadas. Muy ligera su lectura, me ha encantado. Enhorabuena! Saludos Insurgentes
Sther Castilla Morcillo
18 nov, 15:44 h
Sabías que hay perros entrenados para oler una bajada de azúcar a un diabético??
Carmen Fernandez Mayoralas
18 nov, 18:39 h
Inquietante
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Muy ligera su lectura, me ha encantado.
Enhorabuena!
Saludos Insurgentes