«Descanso.»

La playa estaba tranquila, se sentó en una roca y dejó caer sus pies descalzos para que las olas los bañaran mientras abría su libro por la página en la que se había quedado. De pronto le empezó a entrar mucho sueño, los ojos se le cerraban poco a poco y se dejó caer hacia atrás, con el libro a un lado, a salvo del agua, mientras se adentraba en un profundo sueño.
Miró hacia los lados, sumergida en ese mundo de fantasía de cielos abiertos en los que los colores se fundían como si fuera un cuadro, en el que un brillante atardecer bañaba con su luz la superficie del mar, reflejándose en todo su esplendor. Se dejó llevar y comenzó a andar por aquellas tranquilas y preciosas calles repletas de colores y de magia, los pájaros cantaban mientras se dejaban guiar por un viento suave y templado, revoloteando de aquí para allá con su melodía. Los árboles, de colores vivos y brillantes, se mecían también con el aire que los llevaba de acompañantes en su baile.
No hizo mucho más, después de un horrible día de trabajo su único descanso era ese momento de lectura en la playa, pero no sabía que acabaría descansando en un lugar tan hermoso y perfecto como aquel que ahora observaban sus ojos. No esperaba una gran historia, tampoco la quería, tan solo quiso pasear y disfrutar de su libro, admirando cada pequeño detalle que lo componía, al fin y al cabo, la lectura es también eso, admirar los pequeños detalles, sumergirse a pasear por otros mundos, tan perfectos y armónicos que sean capaces de amedrentar a la bestia que vive dentro de nuestros corazones y que amenaza con comenzar una revolución, cogiendo a nuestro corazón como rehen.