Hoy ha sido un día extraño, un poco más de lo que suele ser habitualmente. Cuando he regresado del trabajo, como siempre he abierto el buzón, esperando encontrarme las facturas de siempre, pero no ha sido así, me había llegado una postal. ¿Quién escribe postales en pleno siglo XXI?
Pero mi sorpresa fue mayúscula cuando me fijo en la fecha del matasellos, 21 de septiembre de 1991. El correo cada vez está peor, ha tardado treinta años en llegar. Me dispongo a leerla y mi sorpresa fue aún mayor:
“Mi querida amiga:
Quiero agradecerte tus palabras y elogios. Me alegro mucho de que mis canciones te hagan soñar, que disfrutes con mi música. Lo cierto es que, gracias a gente como tú, mi vida tiene sentido. Todos dicen que soy un genio, pero la verdad es solo soy un hombre, un hombre solo que se refugia en el arte para huir de la realidad, una realidad mucho más triste de lo que todos puedan pensar. Y te preguntarás como un hombre como yo, puede sentirse solo, si siempre estoy rodeado de gente, personas que dicen que son mis amigos, pero que realmente solo buscan la fama fácil a través de mi persona. Pero cuando llego a casa, las montañas de discos son mi salvación, la soledad me inspira, pero también me está apagando poco a poco, siento que estoy dando tanto de mí, que mi energía se va extinguiendo. Quizás algún día la llama se apague para siempre y solo seré un vago recuerdo en la mente de aquellos que me admiraron. Solo tengo la esperanza de que mis melodías queden en el aire, testigos de una existencia fatal, recuerdo de un destino casual”
Firmado: José Celestino Casal
El gran Tino Casal!
Relato brutal paisano, enhorabuena.
Saludos Insurgentes.