-Me llamo Berta, tengo 33 años y soy la primera mujer policía que participa en la casa de Gran Hermano. Soy divertida, simpática y muy extrovertida, aunque pocas veces puedo confesar mi verdadera profesión.
El concurso comenzó ayer y, según un giro del guión, hoy nos añadimos al programa los dos últimos concursantes. Así que me encuentro en el coche, temblando de emoción, cuando abre la puerta un chico alto y moreno de nariz afilada, que se sienta a mi lado y me tiende la mano:
-Hola, soy Khawar, vivo en Barcelona pero nací en Pakistán. Encantado.
Mi corazón deja de latir por un microsegundo. Es el hombre más atractivo que he visto nunca. Su perfume y mi vergüenza embriagan totalmente la parte trasera del Mercedes que nos conduce hacia la mayor aventura de mi vida...
Debemos entrar a la casa juntos e instalarnos en las únicas camas que quedan vacías, casualmente unidas por una prueba semanal. Se están alineando los astros sin ni siquiera pedirlo.
Él, descontento con el juego, le explica sin éxito al presentador que está felizmente casado y que no puede compartir lecho con otra mujer.
La respuesta del presentador es tajante:
-¿Dónde te crees que has entrado, a “La casa de la Pradera”?
El plató estalla en risas y aplausos e intento tranquilizarle asegurándole que no debe preocuparse de nada (muy a mi pesar). Me mantendré todo lo alejada que él quiera.
Inevitablemente, la corta distancia entre sábanas nos obliga a mantener las primeras conversaciones.
-¿A qué te dedicas? –le pregunto para romper el silencio incómodo.
Titubeante, me responde con inseguridad:
-No creo que esté bien decirlo en televisión, pero mi familia y yo sobrevivimos vendiendo tabaco en el metro.
Así de difícil es decir mi profesión a según quién tenga delante.
Enhorabuena!
Saludos Insurgentes.