Yo siempre pensé que la fiesta de Halloween era una patraña, una celebración importada de Estados Unidos, lo cierto es que estaba muy equivocada, es una celebración tan ancestral como el hombre mismo, que entronca directamente con las creencias más antiguas. Fue mi amigo Luis el que me explicó todo, el mismo que me convenció para acudir a aquel baile de máscaras que se celebraba en el Círculo de Bellas Artes cada año. Aquel primer año acudí disfrazada de bruja de Salem, nada original, pero siempre efectivo.
Aquella noche, que no prometía nada especial, resultó inolvidable. Allí conocí a alguien que se ocultaba tras una máscara, una voz masculina y profunda que hizo que me enamorara, aún sin ver su rostro, pasamos toda la noche bailando, disfrutando, riendo. Pero la noche acabó y aquel hombre se esfumó de la misma manera que apareció. No pude olvidarlo, hasta que el año siguiente, volví al mismo baile y me lo volví a encontrar, con la misma máscara y la misma voz hechizante. Otra vez lo mismo, volvió a desaparecer, no sabía su nombre, no conocía su rostro, solo sabía que lo amaba con toda mi alma. Así durante años y años, volviendo a aquel baile esperando ver a mi amado, del que no me podía olvidar jamás.
Hasta el año en el que todo cambió y le pedí que no me volviera a dejar, entonces me dijo:
—Si tanto me amas, acompáñame, estaremos juntos para siempre.
Por supuesto no lo dudé un momento, le cogí de la mano y me dejé llevar. Desde entonces caminamos juntos por el mundo de las sombras, la eternidad es nuestra compañera y en cada Halloween acudimos a ese baile.
Y una lápida en el cementerio, es la única que me recuerda.
El final es muy bueno, hace honor al título.
Enhorabuena paisano.
Saludos Insurgentes