«El Reality.»

Brillaba el sol y sólo por eso me decidí a participar en el "reality". Mi verdadera naturaleza era social, por lo que estar allí sería algo simple y algo a lo que estaba perfectamente acostumbrado. En realidad, mi presencia era lo único que quedaba de mí: "estar en alguna parte" era lo único a lo que me dedicaba últimamente. No sabía mucho de mí mismo. Sólo lo que veía de mí a través de la mirada de los otros. Es curioso, pero cuando te has convertido desde hace tiempo en intérprete de un papel asignado, estás en realidad a años luz de ti mismo y desconoces hasta lo más esencial sobre tu persona.
Entré para seguir potenciando todos los aspectos superficiales que me hacían ser quien era. Para robarle al tiempo más fama por más tiempo y asegurarme de seguir siendo alguien capaz de provocar una irresistible atracción en los demás. Pero no me pasaba inadvertida una desoladora sensación de vacío que me acompañaba asfixiándome y devastaba mi frenético entusiasmo por ser parte de aquel experimento.
Tenía que disipar dudas acerca de quién era: ya no estaba seguro. No podía desoír las señales, ni desdeñar la advertencia de un peligro latente. Sentía que algo estaba pasando.
El "reality" empezó a devorarme. Había convencido a muchos de ser alguien que en realidad percibía de pronto que no era. ¿Cómo seguir allí metido en la piel de un impostor?. Mi identidad se asomaba a un abismo, y lo hacía rodeado de focos de televisión y de una multitud de miradas abrumadora.
Durante todo un día traté de pasar inadvertido. Era un reto difícil y el espacio era mínimo. Algunos sospechaban, no sé si podían intuir, que ya no me sentía yo.
Mi carácter se había vuelto impredecible. Decidí, sin un plan demasiado preconcebido, salir del armario.