«El rincón de la abuela»

Cansada de servir cafés, de aguantar a borrachos, de hacer de psicóloga mientras los clientes me cuentan su vida, se acabó. Lo dejo todo. Comenzaré una nueva etapa en mi vida.
Desde niña aprendí a confeccionar productos artesanos, gracias a mi abuela que era una luchadora y muy manitas a parte de otras cosas, me enseñó todo lo que sé, artísticamente hablando. 
La familia de mi abuela tenía una pequeña alfarería en el pueblo, por lo que aprendí a confeccionar pucheros, botijos, jarrones, incluso unos pequeños platillos con el nombre del pueblo grabado, y así, poder venderlo como souvenir. Todos los veranos disfrutaba con mi querida abuela y su maravilloso arte. Recuerdo que muchos vecinos llamaban desde la puerta para hacernos encargos y llevarse recuerdos para la gran ciudad.
También aprendí algo muy bonito y que me enseñó el significado de la paciencia, trabajar con mimbre. Todavía mantengo el primer sombrero de mimbre que me hizo cuando tenía seis años.
Decidido, comenzaré a realizar toda clase de artículos tanto de arcilla como de mimbre y, montaré mi propio negocio. ¡Ah! Hay algo más, que no se me olvide, pondré el rincón del ganchillo. Vikinis para las niñas, bolsas de pan para las madres y tapetes para las abuelas.
Qué ilusión, mañana mismo buscaré el lugar perfecto donde abrir mi pequeño rincón artesanal. El que me hará revivir y sonreir de nuevo.  Y de sus paredes colgarán fotografías de la maestra, mientras confeccionaba mi sombrero de mimbre y sus platitos de souvenirs. Lo llamaré, el rincón de la abuela.