«El secreto del mercader»

Otro día más en el mercado de alfombras y Rashidi aprovechaba  la ocasión para hablar ante sus posibles compradores y exponerles sus teorías acerca de la riqueza del pueblo. Los más jóvenes le rodeaban y mientras él aprovechaba para mantener su negocio y venderles las alfombras  que tanta fama tenían en El Cairo, les contaba el secreto para alcanzar una posición como la suya y llegar a ser un gran mercader.  Su mujer Akila, ese era su gran secreto, ella era quien tomaba las decisiones y le aconsejaba sobre qué tejidos eran de más calidad y qué motivos bordados eran los que llamarían la atención de los compradores, pero eso no se lo podía revelar a los hombres que acudían a él para adquirir sus fabulosas alfombras. Ella apareció sigilosa como siempre para ofrecerles té a los compradores tras cerrar un trato con su marido. Una venta era un motivo de celebración y agasajar a los clientes con su mejor té era una de las atenciones que Rashidi tenía con sus clientes. Akila hoy vestía de azul, ese color resaltaba el de sus ojos y el joven Hasani la observó disimuladamente, asintiendo y agradeciendo la ofrenda pero su padre Abasi contempló cómo su hijo se había quedado atónito contemplando  la belleza de la esposa del vendedor, no podía permitir ese descaro en su hijo, él rechazó la invitación indicando que la prisa les apremiaba porque en la tarde saldrían de viaje y ordenó  a su hijo que fuera a llamar a los mozos que les esperaban fueran para cargar con las alfombras.  Rashidi y Abasi estrecharon sus manos como señal de que la venta quedaba cerrada y se despidió de Akila con un gesto de cabeza y salió del mercado de alfombras prohibiéndole  a su hijo volver allí.