Esmeralda Fleitas

«El último verano»

988 palabras
8 minutos
38 lecturas
Reto creativo «Historias de verano»
Amores de verano. ¡Qué amores! Cuenta uno que nos haga sentir muy adentro.
Ya sólo quedan horas. Amo los atardeceres, pero no es ese el motivo por el que no quiero que acabe el que estalla justo al frente. Es que cuando se vaya, se irán muchas cosas más junto a él. Se irá el último día de verano.

No es un último día de verano cualquiera, eso hace que me agarre a cada destello anaranjado que nace del cielo y no lo suelte, que me deje teñir por los rayos de un sol que desearía que fuera eterno, que clave la mirada en el horizonte sin importar la ceguera del después. Han sido tantos los años que me he paseado por esta playa que no concibo unos en los que su arena negra no se me pegue en la piel.

Ya se ha vendido la casa. A mi abuela le hubiese dado un soponcio de haberlo sabido, pero la vida en ocasiones te atina unos guantazos tan inesperados que a ti sólo te queda defenderte como puedas. Nadie quería que la casa de verano se terminara vendiendo, pero era la única opción con la que contábamos para encarar las deudas. Si al dolor de abandonar este pueblo, le sumo el de la decepción que sé que sentiría mi abuela, no hay forma de que yo pueda levantar cabeza.

—Pero volverás, tonta. Tendrás que quedarte en mi casa a dormir, eso sí, pero volverás. No es que este pueblo deje de existir y no puedas pisarlo nunca más.

Aunque las palabras de Pablo son ciertas, el nudo que noto en el pecho no se va. Porque es un nudo que sabe que nada será igual, que lo que me quede por vivir aquí será de otro modo, de uno que ni en sueños podrá superar lo que ya he vivido.

—Será mejor que me quede en el hostal de Doña Blanca, así no tendré que oír tus ronquidos.
—¿Y soportar sus monólogos sobre Dios y Jesucristo?

Esbozo una ligera sonrisa. Son tantas las veces en las que hemos esquivado las charlas de Doña Blanca que no tiene sentido fingir que la prefiero a ella.

—Bueno, puede que aprenda a tolerar tus ronquidos —concluyo aún con los ojos anclados en el último atardecer. —Mi madre siempre ha pensado que tú y yo tenemos algo. Que somos novios, o algo así. Dice que le recordamos a uno de esos amores de verano. Yo no creo en los amores de verano. ¿Tú?
—¿Yo? Yo a tu madre no le puedo llevar la contraria.
—¿Crees en los amores de verano, entonces?

Durante todos estos años, me he acostumbrado a que Pablo tarde en contestarme más de lo debido. Es como si necesitara meditar cada palabra antes de escupirla por temor a lo que pueda despertar en los demás. No he conocido a nadie que cuide tanto lo que dice, y es precioso.

—Creo en los amores, fin. No creo que haya amores que se extingan con las estaciones.
—Claro. Porque yo también te quiero en invierno.
—Y yo en otoño también —me sigue el juego.
—Y en primavera...
—En primavera florezco de amor por ti —me interrumpe y se echa a reír cuando ve que casi me atraganto con mi propia saliva por su culpa.

No recuerdo cuándo nos conocimos Pablo y yo. Éramos tan pequeños que apenas teníamos la suficiente consciencia para guardar un momento como ese en nuestra memoria. Yo siempre me recuerdo junto a él cada verano, recolectando caracolas que luego tirábamos de nuevo al mar, tomando el sol embadurnados de crema para no terminar con quemaduras en la piel, tomando un par de cervezas en alguna terraza cuando ya alcanzamos la mayoría de edad... Él siempre ha sido mis vacaciones y, aunque sólo nos veamos unos meses al año, es verdad que no lo quiero únicamente en verano.

—¿No te parece increíble que nunca hayamos vivido un invierno juntos?

Vuelve a tardar en contestar. Esta vez parece que el silencio se alarga todavía más, aunque no es algo que me alarme. Yo sigo clavada en el ocre del cielo, que nos roza la cara con una calidez familiar. Sé que mis ojos brillan porque, cuando los llevo hacia el rostro de Pablo, descubro en los suyos un resplandor idéntico al del atardecer.

—Lo que me parece increíble es que después de tantos veranos no te hayas dado cuenta de lo que siento por ti.

Frunzo el ceño, confundida.

—Cuando recogíamos caracolas y evitaba las más grandes para que las encontraras tú pensaba que estaba siendo evidente. Cuando nadábamos en la piscina municipal y hacía unas piruetas despampanantes creía que era como si lo gritase a los cuatro vientos —suspira. —Cuando respondo con retardo, porque no sé qué palabras elegir para no delatarme, suponía que no lo podía estar haciendo peor. ¿De verdad que no intuías nada?

Ya apenas hay luces anaranjadas alrededor, lo que implica que el atardecer ha empezado a disiparse. Pero ahora a mis ojos sólo le importan otros más oscuros, una boca que acaba de gritar una verdad que se atasca en mis oídos y una persona a la que nunca había mirado así. A Pablo siempre lo había contemplado de una forma distinta, amigable. Pero, de repente, siento que la imagen que tenía de él se desploma y que, sin venir a cuento, todos sus añicos encajan en un nuevo puzle que le da otro tono a nuestra historia.

—Yo...—no alcanzo a decir nada más.

Se ríe, nervioso.

—Me da miedo que ahora en lugar de esperarte un año, tenga que hacerlo dos, o tres, o cinco. Porque está claro que ya nada te ata aquí, y tú tienes tu vida y será más difícil encontrar un hueco para...
—Lo de las caracolas... —freno sus palabras. —Eso también lo hacía yo.

El último atardecer ya se fue.
El último día de verano, también.
Pero es la primera vez de un amor que no entiende de estaciones.
Esmeralda Fleitas
Escribo a modo de salvación.
Miembro desde hace 2 años.
22 historias publicadas.

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Mila Clemente
01 jun, 09:21 h
Bonita historia Esmeralda. ☺️
Esmeralda Fleitas
05 jun, 17:49 h
¡Muchas gracias! 💖
Luz
03 jun, 12:17 h
¡Que bonito!
Esmeralda Fleitas
05 jun, 17:49 h
Muchísimas gracias 💕
Mikel M
05 jun, 09:36 h
¡Muy bien narrado, Esmeralda!
Esmeralda Fleitas
05 jun, 17:50 h
¡Gracias, Mikel! 💖
elinsurgentecalleja
08 jun, 18:30 h
Preciosa historia Esmeralda, llena de ternura y sentimiento.

Esta frase me ha embelesado.

"Yo sigo clavada en el ocre del cielo, que nos roza la cara con una calidez familiar"

Buena narración!

Saludos Insurgentes
Esmeralda Fleitas
12 jun, 11:41 h
Ay, muchas gracias, de verdad 💕 Qué bonito leerte. ¡Un abrazo!
Carmen Fernandez Mayoralas
09 jun, 10:35 h
Muy tierna. Me ha gustado
Esmeralda Fleitas
12 jun, 11:40 h
Muchísimas gracias 💖
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