Lucio González

«Dulce sueño de infancia»

999 palabras
8 minutos
50 lecturas
Reto creativo «Historias de verano»
¿Nostalgia por los veranos de la infancia? ¿Dificultades para gestionar las vacaciones con los peques? Escribe una historia donde el protagonista sea un niño o niña que vive una peripecia inesperada durante el verano.

En la marejada tormentosa de nuestro presente recordamos la simpleza de un día especial, de los veranos en el pueblo, de los juegos de antaño, de los besos ingenuos que nos dábamos, del calor que nos proporcionaba la felicidad.

¡Qué lejano en el tiempo quedó todo eso! ¿Verdad? Sin internet ni redes sociales, sin móviles ni tele digital, sin fotos ni videos. Solo la vida al natural, tatuándonos las experiencias en nuestra conciencia y disfrutando los descubrimientos en su totalidad. ¿Por qué tuvimos que crecer?

Esos recuerdos me transmiten una inmensa paz interior y me reconfortan el alma.


La excitación y la auténtica felicidad comenzaban con el sonido abrupto a la par que deseado de la campana que marcaba el último día de clase en el curso escolar de EGB. La última enseñanza digna. Todos los planes educativos posteriores, sin duda, fueron a peor y a las pruebas me remito.

Aquellas despedidas a la salida del cole, los planes de verano de los demás y los saludos hasta septiembre, pronto se desperdigaban junto con la ropa de escasa tela en la maleta que me preparaba mi madre. Y tras la ansiosa noche de previas, llega el gran día del año.

¡Qué veranos, Dios mío! ¡Qué veranos! El descubrimiento de la vida, las aventuras grabadas a fuego en mi memoria por los siglos de los siglos... la santísima libertad. No quiero crecer más, mamá.

Un día cualquiera de esos veranos podía comenzar alrededor de las diez o las once de la mañana, sin prisas, con el sol bien en lo alto entrando por las rendijas de mi persiana. Desayuno tradicional, bañador, ropa ligera, la toalla sobre el hombro, y a la piscina del pueblo a rematar la mañana. Tal vez alguna partida o tal vez no, lo que seguro no iba a faltar eran los comentarios con las chicas sobre la noche anterior: ¡Secreeeeto!
Vuelta a casa para comer, un poquito de reposo al fresco y a las cinco como un clavo nos volvemos a bañar. Tarde de cartas y juegos variados entre salpicón y salpicón, risas y más risas con los amigos y vecinos, y así, pasito a pasito, se me iba ensanchando el alma.

A las ocho cierran la “pisci”. Nos damos el último chapuzón apresurado y tiramos para el centro de la plaza con el pelo aún mojado. Últimas carcajadas de la tarde entre los bancos y el jardín. Las gentes de los pueblos entran y salen de los bares, pasean por sus calles, se saludan y conversan. Armonía, paz, tranquilidad.

Más tarde nos vamos a cenar y después nos arreglamos para salir. Nos vemos sobre las diez o las once en la plaza otra vez; los que viven más lejos, quedan antes y suben juntos. Cuando por fin estamos todos, disfrutamos de la noche, entre las calles y los bares, los múltiples rincones del pueblo, las llaves de nuestras casas a buen recaudo en el bolsillo, y sin prisas ni apreturas. Sin miedo. De verdad. ¡Sin miedo!

Volvíamos tarde a casa cada noche de verano, sobre todo las noches que tocaba fiesta de alguna bebida aleatoria en cualquiera de los cuatro disco-bares de la villa. Esto era siempre jueves, viernes y sábado, y participábamos todos: los viejos, los no tan viejos, los jóvenes, los muy jóvenes, los borrachos crónicos del pueblo y los de los pueblos de al lado que venían por las carreteras secundarias y se volvían al alba por los caminos de concentración y por las vías pecuarias (evidentemente mamados hasta los pernos).

Por otro lado, después de tanto calor diurno, me encantaba el frescor de aquellas madrugadas; la chaquetilla al hombro cuando salíamos de casa, y bien abrochada a horas intempestivas cuando dejábamos los bares. Abrazados en la noche, cómplices de caricias y miradas, compartiendo un cigarrillo o un petardo, un cubata o un cacharro... los primeros magreos y los primeros morreos. Y nos reíamos con desmesura alimentando el momento.

Otros días eran diferentes. Por ejemplo, te ibas con la bici al río a echar la tarde pescando renacuajos, o a alguna casa abandonada en las afueras a correr mil aventuras. Tal vez te escapabas a una nave, un corral o una huerta, a explorar y descubrir, incluso a una pila de fardos en mitad de una era, ¿quién sabe?

A veces el tiempo no acompañaba, era desapacible y amenazaba tormenta. Entonces te quedabas en tu casa o en el patio con amigas, y otras ideas siempre surgían porque siempre había actividades. Y así a lo largo de toooodo el verano.


El final del mismo ya es otra historia muy diferente. Eso son palabras de oro mayores, amigo.

Después del colofón al estío con las fiestas patronales, esto es: las verbenas esperadas, las peñas deseadas (¡cuánto podría explayarme escribiendo solo sobre estas dos!), los bailes tradicionales de los danzantes con su genuino paloteo, las casetas de feria con bolos-muñeco versus carabina-palillos, las barracas y las luces de colores, los fuegos de artificio baratos y la música de mercadillo, las calles engalanadas con miles de banderines, la alegría inconmensurable, las experiencias infinitas...

Luego llega la hecatombe de las despedidas, que es muy fuerte y muy triste, y deja marca para siempre. El zurrón de recuerdos grabado en la memoria. Lo que te llevas no tiene precio, y la soledad de los que se quedan nos duele a todos. ¡Dios! Me voy a morir de nostalgia.

Ser consciente de que ha llegado la última noche, previa al día final en que muchos partimos. Lloramos al decir adiós justo antes de que despunte el alba y destroce la magia. Nos damos los últimos besos y abrazos, y nos conjuramos para volver, para estar todos juntos otra vez en el próximo verano (como si eso dependiera de nosotros), y las lágrimas y los silencios hablan por sí solos cuando tratas de explicar el valor de lo vivido. Pero no puedes, ni por asomo. ¡Guárdalo para siempre en el corazón y tira la llave, pequeña!

Lucio González
Informático de profesión; músico y escritor de afición. Viajero familiar, cinéfilo y…
Miembro desde hace 4 años.
4 historias publicadas.

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Veronicarugero
01 jun, 14:18 h
Bonita historia, recordé los veranos de la infancia visualice esos momentos, sin Internet esperando las campanadas del Colegio
Lucio González
01 jun, 15:12 h
Jejjeje, gracias por tu comentario. De eso se trataba, de que evoque un poco nuestros recuerdos de antaño ☺️
Elvira.lopu
02 jun, 15:46 h
Buena descripción de los veranos de la infancia. Que buenos recuerdos!!
Lucio González
02 jun, 18:12 h
Gracias Elvira. Me alegra que te hayas sentido identificada!!
Roberto Bastida Mora
05 jun, 17:40 h
Bien narrado Lucio! Nostalgia de la buena 💪
Lucio González
05 jun, 18:22 h
Muchas gracias, Roberto!! Un fuerte abrazo!!
elinsurgentecalleja
05 jun, 19:17 h
Magnífica narración Lucio!
Tu relato me ha transportado a aquellos veranos de infancia!!
La frase "el zurrón de recuerdos grabado en la memoria" es brutal!
Saludos Insurgentes
Lucio González
05 jun, 19:46 h
Me alegra mucho que te haya gustado, compañero. De eso se trataba, de que nos transporte a aquellos veranos casi infinitos de nuestra infancia en los pueblos (en mi caso en los pueblos de interior de la vieja Castilla ☺️).
Carmen Fernandez Mayoralas
06 jun, 10:00 h
Muy bien narrada. Te hace sentir nostalgia.
Lucio González
06 jun, 10:10 h
Muchas gracias Carmen por leerlo. Es lo que quería que transmitiera el relato.
Cg
Cguiomarausin
06 jun, 11:16 h
Efectivamente, muero de nostalgia pese a no haber tenido un pueblo… pero la sensación es la misma! Bendita infancia! Gracias Lucio por tan bonito relato.
Lucio González
06 jun, 11:31 h
Gracias a ti, Klara, por leerlo y apoyarlo. Me alegra que lo disfrutes y te transmita.
Mo
Moguelangel260
06 jun, 13:57 h
Los mejores recuerdos de la infancia tan buena que vivimos.
Lucio González
06 jun, 14:07 h
Gracias!! Así fue y así lo vivimos. Eso que llevamos por delante y nadie nos puede quitar 🙂
Mikel M
08 jun, 08:49 h
Especularmente bien explicado todo lo que transmiten esos veranos tan difíciles de describir, Lucio
Lucio González
08 jun, 09:51 h
Muchas gracias Mikel!! Me alegra que te haya gustado y te haya transmitido recuerdos, nostalgia…
María Aguilar
09 jun, 15:45 h
Muchas felicidades Lucio, es impresionante de principio a fin, me ha encantado... Un saludo
Lucio González
09 jun, 17:38 h
Muchísimas gracias María. Me alegra un montón leer tu comentario, y muy feliz porque te haya gustado tanto!!
Mayomoratallaruben
10 jun, 14:05 h
¡Qué bien estructurado! Marcando los tiempos, con las pausas donde lo necesitaba el texto. ¡Enhorabuena! :-)
Lucio González
10 jun, 15:03 h
Muchas gracias por tu comentario, Rubén. Me alegra que te haya gustado el relato.
Óliver Del Barrio Corbella
11 jun, 20:11 h
Morir de nostalgia, tú lo has dicho…

Grande el relato
Lucio González
11 jun, 20:32 h
Gracias Oliver!!
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