Cuando se despertó una noche de un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en su mujer. A su lado, otra alma, quizás la de ella, descansaba plácidamente en su cuerpo.
Hubiera gritado, pero se sorprendió reprimiendo lo que sentía, no quería despertarlo (despertar-la? despertar-se?).
Intentó volver a dormir, pero su mente empezó a repasar una lista interminable de pendientes: asuntos suyos, de su mujer, de sus hijos, de la casa, del trabajo.
A la mañana miró a su marido (o sea, su antiguo cuerpo) buscando algún indicio del cambio. Lo vio tan despreocupado como siempre y supo que de ninguna forma podía estar su mujer habitándolo. Él la (lo?) besó y se fue, y se enfrentó a la rutina de la casa y los niños antes del trabajo.
Al mediodía, se encerró en el baño de la oficina, quería llorar como nunca antes. Alguien de intendencia le pidió que se retirara del baño de hombres, sintió que no había descanso.
Se sorprendió realizando todas las tareas, como si la inteligencia y la habilidad vinieran con el cuerpo. Pero la maldita lista de pendientes se repetía como un carrusel alrededor de su cabeza, creyó en más de una ocasión que lo mejor sería tirarse por la ventana. Aún así, llegó al final del dia sintiendo que nunca había sido tan ejecutivo.
Luego que la casa estuvo en silencio, sintió un fuertísimo dolor de cabeza y perdió el conocimiento.
Se despertó junto a una cama de hospital, sentado en una silla, sosteniendo la mano de su mujer. Apenas estaba asimilando la situación cuando un médico entró en la habitación
-Están los resultados, hemos descartado prácticamente todo. Creemos que el episodio se debió a exceso de carga mental. Podrán irse a casa pronto.


Saludos Insurgentes
Un gran ejercicio de EMPATÍA, regado con un dosis de humor o... retranca, ironía, sarcasmo?
jaaaajjaja