«Fraude. ¿Fraude? ¡Fraude!»

Desde que lo descubrí, mi única obsesión fue contarlo. ¡Un fraude tan grande frente a los ojos de millones de personas durante años..! No podía ser. Merecían un castigo, que les cerraran el canal. Y todo gracias al estúpido error de una redactora. Se le desordenaron las fichas, y creyó que yo era la elegida para ganar el concurso. Cuando se dio cuenta, era tarde, me lo había contado todo. Yo estaba destinada a salir la primera, justo al revés. Llamé al director del programa, amenacé con el escándalo. Me ofrecieron una colaboración habitual en "Remátame" y apariciones esporádicas en otros concursos, "la vida asegurada", dijeron. Pero no me valía. Algo tan sucio no podía dejarse pasar. Por todos esos espectadores que se gastaban su dinero en el tele voto, por ese fraude para tantos. No, conmigo no iba a ser tan sencillo. Llamé a un montón de periodistas, anuncié que tenía una bomba. Nadie vino. Entonces fui puerta a puerta. Nadie me escuchó. Terminé en la competencia, y el ejecutivo que me atendió me miró con sorna. Pero tampoco quiso saber nada. Con lágrimas en los ojos supliqué una explicación. "Querida, esos programas dan de comer a mucha gente. Ya sabemos que están amañados. Los de ellos, y los nuestros. Pero a las revistas, a las radios, a las demás televisiones les interesan más las mil historias que van a conseguir con los concursantes cutres que os prestáis a esos circos, que publicar tu información. Piénsalo, con cada concurso hay mil personajes baratos nuevos que llenan horas, o páginas, de medios. Que hacen vibrar a todo Twitter. Tu historia, ¿Cuánto durará? ¿Dos semanas? ¿Tres? ¿Quizás un mes? No compensa, chica, no compensa". Y aquí estoy. Descubrí el mayor fraude televisivo de la historia de España, de cajera en Mercadona.