Federico Mangasprietas se había convertido en uno de los referentes de la música de su país. Su estilo desenfadado y su carisma singular fueron ejemplo para toda una generación de jóvenes que, por aquel entonces, andaban un poco desorientados. Era conocido como «el brother del pop», por su música melódica e innovadora, y su cercanía con la gente. Pero a Fede le costó mucho gestionar su éxito y pensó que lo más saludable era dar un giro radical a su carrera, poner rumbo a España y participar en el concurso «Gran Hortelano VIP».
Era un formato innovador, que contaba con la participación de los famosos con mayor renombre del momento, los cuales debían convivir durante tres meses en una huerta del sudeste manchego, acristalada y perfectamente amueblada. El día de la gala de presentación Fede se mostró muy nervioso; se sentó en un sofá de color caqui y no articuló palabra. Algunos tertulianos se percataron, al poco tiempo, de que algo extraño estaba sucediendo. El «Súper» advirtió a Fede que su comportamiento no era el más apropiado, ya que debía ser un ejemplo para los jóvenes del país:
—En tu cama te hemos dejado un par de botellas de vodka y un dossier con los insultos que mejor funcionan en la televisión española. Aún puedes reconducirlo todo —le aconsejó.
Fede se levantó enfurecido, se dirigió a su habitación y recogió todos sus libros de Kant, Platón, Descartes y los que pudo de Schopenhauer. No se despidió de nadie, simplemente golpeó con un libro el cristal de la mesa del salón y se marchó de la huerta. «La metamorfosis», rezaba el título. Todo empezaba a cambiar en «Gran Hortelano VIP» , al mismo ritmo que lo hacía la juventud española.
Buenísimo relato! 👏