¿Cuánto tiempo llevo aquí?
Supongo que en la placa informativa debe ponerlo, pero no puedo leerla desde mi posición. Este maldito marco de puerta lleva vidas atormentándome. Me mantiene anclado a este pasado, que a la vez es presente, pero nunca será futuro.
No recuerdo si antes de aquí he estado en algún lado. Si mis pies descalzos y mi tez morena, una vez pasearon por el mercado como veo hacer a los barbudos vendedores con sedosas telas en las manos. Hace mucho que dejé de apreciar ese arte.
Hace mucho que dejé de apreciar el arte en general. Irónico viniendo de un personaje atrapado en un cuadro.
Si al menos fuese uno principal, si al menos fuera alguien con una historia conocida por todos… ¡Qué diferente sería! No tendría que convivir con este vacío en mi existencia. Viendo las caras de la abarrotada sala del museo, mirando extrañados como simplemente me asomo envuelto en ropajes azules. Ellos teorizan sobre quién soy, pero ni yo lo sé.
Lo que la gente se pregunta curiosa “¿Quién será?”, “¿Que hace ahí?”, “¿Qué propósito tiene su presencia en el cuadro?”; son preguntas que llevan pasando por mi cabeza a diario, cambiando la curiosidad, por frustración.
Si alguien sabe algo, mi nombre, mi fecha de nacimiento… Si tan solo alguien supiera si soy real o si nunca pisé las cálidas tierras de Oriente, ni si su arena jamás acarició mi piel; que me lo cuente. Seguramente no seré capaz de romper la cuarta pared, como lo estoy haciendo ahora con la mente, pero no quepa duda que escucharé. Cualquier palabra, aunque sea por compasión, puede hacer menos insufrible ver vuestras caras y vuestra vida en continuo movimiento, mientras la mía se halla “stand-by”.
Me niego a seguir observándoos eternamente.