- ¿Tú crees que lo dice en serio? - Preguntó la cuñada a su mujer.
- No te voy a engañar. Me he quedado igual que tú. No me había dicho nada. - Replicó ella.
- ¿Cómo puede ser posible que, después de tantos años dedicado a la investigación, haya decidido dar un cambio tan radical a su vida? - Continuó la primera.
- Yo no consigo entenderlo, os lo digo de verdad. - Intervino su sobrina – Tirar a la basura una carrera tan brillante por un puñado de folios mal escritos, no tiene ningún sentido.
Las tres se miraron y asintieron, con cierta expresión de decepción en sus rostros. Su mujer estaba a punto de responder a su sobrina, cuando la puerta de la cocina se abrió de imprevisto y apareció la figura de Felipe tras ella. Se hizo el silencio en la estancia.
- No hace falta que calléis ahora. - Dijo Felipe, con la mirada fija en cada una de ellas. - Llevo un par de minutos escuchando vuestra conversación. Si tenéis alguna duda podéis preguntármela. No hace falta que divaguéis a mi espalda. ¿Os genera algún problema mi decisión?
Antes de que terminara de hablar, su mujer se acercó a él y, tomando su mano, se apresuró a decir:
- Amado mío, por favor, no nos lo tengas en cuenta. Tienes que entender que tu revelación nos ha cogido por sorpresa y nos cuesta encontrar una explicación a este cambio radical en tu vida.
- Muy sencillo. - Replicó él. - Hace unas semanas, un libro me llevó a descubrir que, unas cuantas páginas manchadas de tinta pueden albergar tesoros, esconder sueños, transmitir deseos y descubrir hermosos sentimientos. Empecé a escribir y encontré, en mis sentidas palabras, la esencia de la felicidad.
Muy buen relato.
Me ha encantado, enhorabuena.
Saludos Insurgentes.