El experimento advertía ser un éxito. El reality alcanzaría récords de audiencia y todo apuntaba desde el principio, que triunfaría como un programa “diferente”. Cada retransmisión desde República Dominicana sería un reto y debíamos de estar a la altura de las expectativas televisivas.
Los participantes sabían el riesgo al que se enfrentaban. El cometido era poner a prueba la relación: las parejas podrían salir reforzadas o separadas, aunque todos aseguraban que su relación era perfecta.
—¿Perfecta? La perfección no está al alcance de nadie —pensé.
Debían convivir separados de sus parejas durante un mes, en una lujosa villa, con solteros y solteras que los tentaban a flaquear como pareja.
Allí todo estaba estratégicamente pensado para ser tentados: la decoración, la piscina con solarium, las jaimas con velos blancos, el jacuzzi, los juegos, el alcohol… sin dejar de mencionar los cuerpazos que tenían los tentadores, modelos sacados de revistas no precisamente de Jara y Sedal; o si, si de cuernos fuera la cosa.
Cada capítulo era una odisea. Cuando terminamos de grabar, todo era surrealista. Los participantes salieron del programa mostrando una situación diferente a como llegaron: la mayoría ya no tenían pareja.
Uno de los chicos, se escapó de su villa una noche en la que ya no aguantaba más la presión de estar separado de su novia. Cosa que tenían prohibido hacer. Llegó hasta la casa donde nos alojábamos el equipo técnico y demás trabajadores. Lo que escuchó lo dejó atónito: ¡Un productor estaba hablando por teléfono con su chica!, le decía que siguiera con el juego, que tenían que ver vídeos subidos de tono, o sino, no le darían todo el dinero que habían pactado antes de entrar.
Y aquí estoy yo ahora, con cámara en mano, grabando todo lo que puedo y corriendo detrás de este hombre encolerizado que solo sabe decir: ¡ESTEFANIAAAAAAAAAAAA!
o sí si de cuernos fuera la cosa... Sublime Enhorabuena!
Muy bueno!
Saludos Insurgentes.