«Los espejos no mienten.»

La superstición nunca hizo mella en mi corazón, siempre me mantuve al margen de todos los rumores, hasta que un día un viaje al pueblo de mi tía cambió mi mirada. Desde que era pequeña mi tía solía contarme una leyenda sobre los espejos, que relataba cómo éstos eran portales a otras dimensiones que reflejaban mensajes en el momento oportuno para transmitir una lección que necesita la persona que en su cristal se miraba. Una vez más, al escucharla solté una carcajada y me retiré a mi habitación. Ordenando mi cuarto me encontré con un espejo pequeño, lo cual me evocó súbitamente el recuerdo de la historia que acababa de escuchar. Me sumergí en su contemplación, absorta, con el pensamiento en blanco, y de repente comenzó a dibujarse una nebulosa en su superficie. Seguí observándolo sumida en una estado de trance hipnótico, y la figura de un hombre comenzó a emerger. Continué impasible escudriñando la figura, hasta que mi mirada se enfocó en su mano, en la que llevaba un rollo de papel, que despliega, mostrándome una frase: "La belleza es verdad y la verdad es belleza, eso es todo lo que necesitas saber en la Tierra". La imagen desapareció y la perplejidad me invadió. Busqué la frase en internet, topándome con algo de lo más curioso: el fragmento pertenecía a un poema del escritor inglés John Keats,y las fotografías del poeta correspondían a la imagen que se representó en el espejo. No encontré ninguna explicación a ello y quizá hay ciertas cosas que no tengan explicación racional, quedando únicamente la posibilidad de disfrutar de su belleza insondable, porque quizá lo insondable e inexplicable sea la única verdad. Tal vez la verdad no deba ser buscada y explicada, sino sólo disfrutada cuando tengas la oportunidad de que se te presente.