«Mal camino»

Algo beneficioso que tiene el vivir en estos tiempos modernos es tener la posibilidad de remitirte esta postal al pretérito. Porque por lo demás, querido desconocido -y es que eso es lo que eres, lo que siempre has sido, lo que siempre serás para ti-, nada alentador ofrece la contemporaneidad. La desacralización ha llegado hasta las puertas mismas de la Belleza; nada resultará atractivo para esa pareja deletérea que forman tu metaconsciencia y tu inteligencia por encima de la media. Aquéllas sospechas, aquellos indicios, aquellas dudas bosquejadas son completamente realidad: la vida es un constante dolor en el alma. Lo que ya intuyes es verdad, lo irás comprobando con los años, con los desengaños. De todos tus sueños ninguno se librará de consumirse en el fuego de la decepción. Fantasías, ilusiones, anhelos... Da igual lo que tengas, da igual lo intacta que esté todavía la mentira en tu mente: nada te va a hacer llevadera esta sempiterna penitencia.

Vas a sufrir, vas a creer que todavía existen lenitivos a tu alcance, que tienes la posibilidad de salvarte, de encontrar la dicha siguiendo alguno de los preceptos de moda. Mas todo esto y más es lo que te espera los dos próximos lustros. Tu vacío irá creciendo con el tiempo, comprenderás que estás solo, que no hay un alma afín con quien aligerar el terrible peso de ser, que no hay miradas que te transmitan algo más que un frío reflejo. Existir es estar condenado a morir lentamente en una agonía atroz. Por eso, ahora que estás a tiempo de partir sin tener que pasar por todo ello, todavía impoluto en ciertos aspectos, te digo: mátate, acaba con la penitencia que solamente hace que crecer, y no desaproveches la oportunidad de saltar esa noche -sabrás a que momento me refiero.