«Más allá del prado»

"La inminente llegada del Samaín ha despertado al voraz demonio que yacía dormido en las sombras, aletargado sin ser molestado, pero... Este año ha sido invocado.
La Tierra está marchita, solo florece la muerte en todo cuanto la habita; las lluvias fueron escasas, el cielo quiere venganza... 
Ancestros os suplico... ¡Mandad una señal! ¿Qué tan terrible mal hemos podido despertar?
Tiempos oscuros acechan, hermanos míos... Pues esto, es un castigo divino."

Escuchaba a ese charlatán soltar una sarta de sandeces que atemorizaba a este, mi pueblo.
Culpaba a Madre Tierra, nuestra más fiel aliada, del mal que causan los seres terrenales.
Como Druida de esta aldea, no podía dejar pasar semejante afrenta; debía transmitir el mensaje que Madre Tierra me había revelado, antes de que ese guerrero, embriagado por su propio ego, bajase la moral de mi pueblo.

"¡Basta!" Alcé el tono, poniéndome en pie. "¿Cómo osas calumniar a la madre que alimenta a tus hijos?" Caminaba con el ceño fruncido en su dirección. "Inculto guerrero, la batalla te ha absorbido la sesera..." Lo aparté con un leve movimiento de brazo, haciéndole retroceder. "No hay mal alguno que Madre Tierra nos haya enviado, pues, más allá del prado, florece la vida."

Un murmullo se extendió en la sala, nadie, JAMÁS, se había adentrado en las tierras que habían tras el prado.

"Parece que tus revelaciones comienzan a hacerte perder el juicio, mujer incauta." El guerrero replicó con una mueca triunfante. "Bien decían los ancestros que aquella era tierra de lobos y alimañas... Allí sólo habita la muerte."

Quedé patidifusa ante la afrenta que acababa de acontecer, ¿realmente aquel estúpido osaba arremeter contra mi propuesta con argumentos basados en un pasado milenario?

"Habéis demostrado cuán vacía está vuestra sesera..." Negaba con la cabeza. "Hermanos, si queremos sobrevivir, debemos cruzar el prado."