«"Morrigan protégenos del mal"»

Caía la tarde mientras estábamos en torno a la fogata. A pesar del frío  la leña prendía rápido tanto como la gente danzaba y vaciaba sus copas de vino. Risas, gritos, llantos de niños, una bonita algarabía componía la música de fondo de aquel bosque en el norte de Irlanda.

El día de Samaín, era el día más grande porque se celebraba el año nuevo celta . Tenías que llevar cuidado porque si pillabas una buena cogorza y te confundias amar a una mujer no fuera la tuya, eso era un motivo de expulsión de la comunidad. Te desterraban.

Entonces como salido de la nada un druida vino hacia mi diciendome que una maldad nos acechaba, tuve poco tiempo para localizar a mis hijos y a mi mujer, fue cuando le dije a mi hermano que estábamos en peligro. De repente se oyeron cascos de caballos,empezaron a llover flechas encendidas cerca nuestras cabezas.
- ¡Correr, echaros al suelo!- comencé a gritar. Todos comenzaron a correr sin dirección, algunos no llegaron a esconderse.

- ¡Malditos celtas paganos, si no os convertís al cristianismo moriréis! ¡no creo que venga Morrigan a salvaros! En esta tierras no se celebran fiestas paganas- dijo el maldito cristiano riéndose cuando llegó a la hoguera.

Nadie se atrevía a reírse de Morrigan en nuestra presencia, salimos gritando sorprendiendolos cuando estaban relajados.
No quedó ninguno vivo, los tiramos al río para que Belenus los llevará con su fuego al infierno.

- ¡Vamos aún es Samaín!- el fuego aún estaba prendido fuimos poco a poco a su lado, ya no había ruido... sino un silencio ensordecedor en el que se podían oír las voces de los que ya no estaban.

La noche de ese día todos los años los espíritus venían a vernos, ellos nos salvaron.