«Ni Targaryen, ni presunto»

Porque no todo es Tartessos, ni las historias antiguas que tantas veces caen en mis manos, estaba leyendo "Fuego y Sangre", tumbado mirando al Oeste en la playa de La Caleta, en Cádiz, hasta que se me cerraron los ojos. 
No era consciente de que estaba dormido, de hecho en mi sueño seguía tumbado en la misma playa, en la misma pose.
Pero había algo diferente en el cielo: una extraña figura iba acercándose y haciéndose enorme. 
Me pregunté si, para completar el combo, los extraterrestres habían decidido por fin invadirnos, pero poco después me di cuenta de mi error: no era un OVNI, no; era el mismísimo Aegon el Conquistador montado en Balerion el  "Terror negro" quien se acercaba.  Aterrizó cerca de mí, me estuvo observando durante unos minutos, y mientras se acercaban también Rhaenis y Visenya cabalgando a "Vhagar" y "Meraxes" sonrió burlonamente y me dijo: 
- Tú no eres un Targaryen, ni presunto, y nunca conquistarás  los siete reinos de Poniente, ni montarás un dragón. 
- Es cierto - le contesté sin miedo al fuegodragón - y tampoco mi familia se echará a perder por la endogamia, ni mis descendientes, si llego a tener alguno, acabarán locos de remate devorándose entre ellos. 
Aegon dejó de sonreír, entonces, y tras escuchar mis palabras, miró a sus hermanas, y las dijo:
- Este es un hombre respetable, sabe cosas.
Y los tres volvieron a montar en sus dragones, y se marcharon por donde habían venido. Después, me desperté.