«¿Otra vacuna?»

La abuela padecía diabetes desde hace mucho tiempo, muchos años de pinchazos en el dedo para ver el azúcar en sangre y a continuación pinchazos de insulina en la barriga… Ahora tomaba unas pastillas, no se pinchaba insulina. Nina es la cuidadora que se encarga de ella actualmente y a veces para hacerle la prueba tiene dificultades y tiene que volver a pincharle para volver a extraer sangre del dedo, porque la prueba falla si no sale la sangre suficiente. Nina le cura los dedos de los pies. Tienen muy mal aspecto, morados, con heridas, incluso se le cayó una uña.

Una noche después de mirar como Nina le curaba los pies, recordé como acabó John Fante con ceguera y amputaciones a causa de la diabetes, y como incluso a un hermano de la abuela le tuvieron que cortar una pierna. Se lo conté a Nina. 

Nina sorprendida y aterrorizada dijo:

 —¡Oh, Juan! ¿Tú, crees que le tendrán que cortar los pies a la abuela?

— No, mujer. No creo, parece que van teniendo mejor aspecto, parece que empiezan a curarse.

— No te preocupes, Juan. Yo estoy hablando con un amigo mío que es doctor y está a punto de encontrar una vacuna para curar la diabetes. 

Yo asentí, no muy convencido. Nina era una buena chica, pero demasiado beata y con mucha tendencia a creer en milagros y en cosas espirituales, con lo cual no tomé muy en serio sus palabras. Pasaron unos meses, vinieron a vacunar a la abuela del covid y de la gripe. Dos meses después apareció un doctor. Decía que venía a ponerle una vacuna a la abuela, cosa que me extrañó, pues ya le habían puesto todas las vacunas. Entonces Nina me lo presentó como su amigo, el que había inventado la vacuna para la diabetes.