El portazo hizo temblar los cimientos y los goznes del edificio, logrando, además, desencajar el portallaves de la entrada principal, llevando éste y las llaves colgadas hasta el suelo.
—Ahí os dejo, con "los mayores errores de mi vida", y preguntas de las que solo vosotros conocéis las respuestas —sentenció Clara, antes de dirigirse hacia la puerta de la casa familiar.
En la cocina, la madre sostenía el libro abierto, con el nombre de Clara Domínguez destacado en letras amarillas, gruesas y grandes. Mientras, el hermano mayor observaba la escena impávido y el padre veía temblar sus manos con la carta de su hija extendida sobre ellas:
“Queridos míos,
He renunciado a ser comprendida, aunque antes perdí la esperanza en vosotros. Esperanza de ser valorada por un lado, pero mucho más sentirme querida y apoyada. Ni siquiera os habéis esforzado en demostrarme que era ese mi verdadero error, porque en el fondo sabíais de su certeza.
Desde que revelé la existencia de lo que sería mi primera novela y, quizás, mi mejor trabajo hasta la fecha, tras cientos de relatos e historias, siempre me habéis infravalorado como al plato de domingo que el cocinero sirve en casa para su familia. Cuando comprobasteis que el libro era real, fue adoptado por vuestra parte como un ataque. La negativa a aceptar mi talento y creatividad, así como todo reconocimiento externo, os ha llevado a convertir mi historia en un asunto personal y familiar. ¡Estáis equivocados!
Dentro habita parte de mí, de mi vida, y de lo que me ha acompañado hasta ahora, no lo negaré. Pero la auténtica verdad es que solo quise plasmar todo mi amor hacia mí misma y hacia vosotros. Por eso, deseo que algún día encontréis la cura para tanta ceguera…
Un beso,
Clara”.
En la tercera página del libro se podía leer: “Para mi familia”.
De entre todas las posibilidades que se nos plantean, toda elección conlleva siempre una renuncia.
😉👍🏼
Mi enhorabuena, relato brutal.
Saludos Insurgentes.