Cuando se despertó, después de una noche de sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en alguien que ya fue, en el niño de hace veinte años. Su mirada divagaba sin encontrar sentido a todo aquello y su sentido común intentaba encontrar respuestas a las infinitas preguntas que aparecían velozmente en su cabeza. Pero no, las respuestas no aparecían. Sus pies descalzos se posaron en la fría losa y fueron trasladando su liviano cuerpo frente al espejo. Entonces allí se volvió a mirar, pudo confirmar la transformación que sentía en su interior, volvió a ver a un niño asustado y se dio cuenta que se le presentaba una segunda oportunidad. Muy lentamente fue recorriendo ese rostro reflejado con la yema de sus dedos y, mientras ellos recorrían su físico, su mente se quedó atapada en sus treinta.
Aquello era un sueño hecho realidad, volver a vivir con los conocimientos aprendidos a través de los años. Y, entonces, su mente le preguntó ¿Qué harías si tuvieras veinte años menos con lo aprendido hasta hoy? ¿Cómo vivirías con lo que sabes hoy, si tienes que vivir como niño?... Su mente se silenció, no pudo contestar y de pronto… entristeció. Sus ojos se inundaron, su corazón se desbordó. De la alegría pasó a la tristeza por sentir que volvería a repetir errores, temores, vivencias porque esa segunda oportunidad no tenía sentido si no había aprendido con la primera. Y entonces se dio cuenta que para tener segundas oportunidades, tenía que vivir como si no hubiese vivido antes.
Enhorabuena
Saludos Insurgentes