¡Pelotón!
-Vinieron a verme un sapiente mochuelo, con su brillante mirada, la abubilla, comandante de aves, al frente de una orquesta alada y la serpenteante serpiente de funesta mirada. Él me deslumbró y me inspiró con su mirada, ella me deleitó guiando al coro de pajarillos y aquella me salvó del pestilente bocado de una infecta rata. Un hermoso locus amoenus.
¡Preparen… armas!
-Yo, con mi humilde caña, una ramita de acacia, con un hilillo atado y un clip como anzuelo, me dispuse a pescar. Aunque no saliera nada, a pesar de atascarse y romperse entre los guijarros, nada me impedía volver a lanzar y probar suerte. No había fracaso lo bastante grande que me impidiera una nueva lanzada. Oh, hermosos tiempos juveniles...
¡Fuego!
-Entonces algo tiró de mi anzuelo. El sedal se mantuvo firme y yo, con todo mi empeño, tiré y tiré hasta caerme de espaldas con el cordel partido. No iba a perder la única presa del día, así que salí corriendo persiguiendo el hilo, hasta que lo alcancé, tiré y lo vi. ¿Tanto por una corteza? Una historia para narrar.
Bang.
Me encanta el sentido metafórico constante.
Enhorabuena
Saludos Insurgentes