«Un vuelo mágico»

Llegaron mis ansiadas vacaciones. Por fin estaba tumbada sobre mi toalla en la piscina del hotel, empapándome de vitamina D bajo el sol. Para no terminar como un cangrejo como muchos guiris, decidí frotarme con la nueva crema solar que acababa de comprar en una tienda de souvenirs que había frente al hotel. Pude apreciar su maravilloso olor sobre mi piel, me recordó a uno de mis perfumes de azucenas. Me sorprendió, pues normalmente las cremas de este tipo suelen tener otro tipo de olor.
Después de proteger todo mi cuerpo con protección +50, un joven bastante atractivo, con sus músculos aclamándome que fueran palpados por mis manos, pasó frente a mí, lo seguí con la vista para ver hacia dónde se dirigía y disfrutar de esta bella panorámica que se me presentaba. Al observar que caminaba hacia la playa, me levanté de un salto, agarré mi toalla y me fui dando los pasos más rápidos que había dado nunca.
Allí estaba, esparciendo la misma crema que yo había usado sobre su piel morena y tersa. Para empezar ya teníamos algo en común.
Me coloqué sobre la arena a unos tres metros de distancia, en el mismo instante en el que sus ojos verdes, se cruzaron con los míos al tumbarse en su afortunada toalla.
De pronto, mi cuerpo comenzó a elevarse, podía volar como en mis sueños. Y mis gritos hicieron que aquel chico se levantara para sujetarme. Qué agradable sorpresa cuando su cuerpo comenzó a elevarse como el mío.
- ¿Qué nos está pasando? - Preguntó el joven mientras cogía una de mis manos.
- Creo que ha sido la crema solar - le dije mientras le mostraba el bote - ¿no te parece alucinante?
- Vaya, desde aquí arriba se ve la isla de Gran Canaria. Es increíble.
- ¿Vamos? ...