«Ya le advertí, su vida cambiaría.»

Caminando sin rumbo, llego a un pequeño pueblo, una iglesia románica, un tele club y una lúgubre y misteriosa librería regentada por un anciano, es todo. Es la última generación de libreros de la villa, nadie quiere el negocio.

-Buenas tardes, soy Aurelio, un escritor anónimo, al ver su librería no he podido pasar de largo, me gustaría echar un vistazo a sus ejemplares.

-Por supuesto, adelante, yo soy Severino, estoy a su disposición.
-Muchas gracias, muy amable.

Me pierdo entre los estantes, ¡Estoy anodadado! Para un lector compulsivo como yo, esto es un paraíso. Avanzo y llego a una sala con un solo ejemplar gigante con una gruesa capa de polvo.

El librero observa desde el quicio de la puerta y comenta  que al abrirlo, ya no hay vuelta atrás.
-No es nada malo, pero tendrá que aprender a vivir de forma diferente. -La curiosidad me pica y comienzo a bucear entre sus páginas, el anciano se ausenta y me deja solo en la estancia.

Definitivamente el libro es mágico, al tocar sus páginas un constante escalofrío recorre mi cuerpo, siento estar memorizando todas sus citas y son infinitas, créanme.

Aurelio se despide del librero y éste le comenta que pronto volverán a cruzarse sus semblantes.

-El poder del libro es infalible, nuestro escritor anónimo es ahora un reconocido y afamado novelista, su última novela se convierte en un best seller a nivel mundial, traducida a infinidad de idiomas.

Nuestro protagonista vuelve a la librería, no para de firmar ejemplares, el pueblo es famoso a nivel mundial, los lugareños están encantados y el anciano más.

La librería es traspasada a Aurelio y Severino le pide que cuide del ejemplar estrella, ese que a él, le ha hecho famoso.

-¡Ya le advertí, su vida cambiaría!