“No quiero decepcionar a nadie…”.
—Samira, no entiendo por qué lo has ocultado. Es irresponsable; poco profesional, teniendo en cuenta quién eres. Soy tu médico, pero más incluso soy tu amigo.
“No quiero decepcionar a nadie. Sobre todo a mí misma…”.
—Tanto tiempo invertido, esfuerzo, sudor, sangre, lágrimas… ¡Mi vida! ¡Te he dedicado mi vida, anteponiéndote a mi familia! De hecho, hasta ahora te consideraba parte de ella, aunque mi trabajo como entrenador no lo exija.
“No quiero decepcionar a nadie. Sobre todo a mí misma. Debo aceptarlo…”.
—Tata, no estés triste. A mí no me importa en qué puesto quedes, cuántas medallas ganes, o el tiempo que hagas. Soy tu hermano; te quiero. Quiero que seas feliz, y estando yo siempre a tu lado.
“No quiero decepcionar a nadie. Sobre todo a mí misma. Debo aceptarlo. Sé lo que tengo que hacer…”.
Atravesó la rampa de entrada hacia el estadio recordando lo atrás que quedaban las calificaciones, cuando se sintió tan poderosa como para decidir en secreto utilizar solo pequeñas dosis de insulina, a pesar de su enfermedad. Por eso, el último día, su organismo reclamaba mucho más. Y corresponderle pondría en riesgo su vida, además de acarrear un positivo por dopaje que ofuscaría una trayectoria insuperable.
— ¡Queridos oyentes, esto es insólito! A medio camino entre lo maravilloso y lo inconcebible: antes del pistoletazo, Samira Delfín, la favorita, ha abandonado su posición para abrazar a cada una de sus rivales, que entre emocionadas e incrédulas le han correspondido con efusividad. Y tras despedirse dando una vuelta al estadio, ha desaparecido por el túnel de vestuarios agarrada de la mano de su hermano pequeño…
La salud es lo primero y con este relato lo reivindica, enhorabuena.
Saludos Insurgentes
Un buen relato 🎩🖋📕👍🏼