Era un Sábado de Agosto. Pasaba mis vacaciones en las playas de Málaga. Ese fin de semana teníamos un congreso de baile y allí estábamos mis amigas y yo, bailando bachata en la arena de la playa. Fuimos a tomar un mojito en aquel chiringuito cercano, desde donde pude ver a aquel chico moreno que me pareció tan "mono” al llegar a la playa ese día.
Había algo en ese chico que hacía ponerme nerviosa cada vez que pasaba a mi lado. Mónica me dijo que lo había pillado en un par de ocasiones mirándome, a lo cual yo no le quise hacer caso, pensando que eran bromas suyas.
Comenzó a sonar aquella bonita bachata que tanto me gusta, en la que comienza Rosalía cantando, "el Pañuelo" y de pronto sentí que alguien me tocaba por la espalda, ¿bailas?— me dijo con una voz cálida.Al girar, me di cuenta que era él, y sentí que mi cara se ruborizaba.
Me apareció una sonrisa un tanto tímida, cogió mi mano y comenzamos a bailar. Su cuerpo se acercó cada vez más a mí, sintiendo su respiración demasiado cerca. Su mano rozó el lateral de mi pecho mientras realizaba una bonita figura que me hizo estremecer. Sujetó mi cintura para hacer otro de aquellos giros a ritmo de la música y yo me dejé llevar hasta el punto de sentir que nadie más había alrededor.
La canción terminó. Él me miró susurrándome:
—me llamo Darío ¿Vendrás a la fiesta esta noche?
—Soy Eva, encantada. Sí, aquí estaré.
—Nos vemos ésta noche entonces, te buscaré. Ha sido un placer poder bailar contigo, Eva. Hasta luego preciosa — y acercándose me dio un beso en la mejilla.
Fui corriendo a ver a Mónica y le conté, la cual se puso a dar saltos de alegría.
Ya en nuestra habitación comenzamos a asearnos y arreglarnos. Estaba muy nerviosa. Darío me gustaba, pero simplemente había sido un baile.
Bajamos a la fiesta en el hotel la cual dio comienzo con la música y la gente empezó a bailotear. Al cabo de algunas canciones, ya entrada la noche, vi a Darío acercarse con una dulce sonrisa acercándose para hacerme una caricia en la mejilla y cogiendo mi mano para dar inicio al baile. De nuevo realizó aquella preciosa figura que me hizo temblar. Él situado detrás de mi. Su mano acarició el lateral de mi pecho, pero ésta vez continuó hasta llegar a mi cara. Fue entonces cuando me giró contra él y su boca se acercó a mí, posando sus labios sobre los míos, hormigueando delicadamente sobre ellos. Cerré los ojos, y por fin me besó, enroscando su lengua a la mía a ritmo de baile erótico. Sus labios eran suaves y húmedos y me hizo soltar un pequeño gemido de placer.
Me cogió de la mano y me llevó hasta el ascensor, donde una vez dentro seguimos besándonos y su cuerpo se posó contra el mío llegando a notar su erección. Darío abrió la puerta de su habitación en el hotel. Estábamos solos, me abrazó con ternura y a la vez con una enorme pasión. Su mano abarcó mi pecho sintiendo como mi piel se erizaba y acabamos desnudos disfrutando, descubriendo ciertas partes de nuestros cuerpos hasta alcanzar el maravilloso clímax.
Me sentía tan bien a su lado. Después de una ducha, me propuso salir a dar un paseo por la orilla de la playa con la luna llena al fondo de la bahía, cogiendo mi mano y besándome en cada ocasión. Hablamos de nosotros, de la vida.
Pero, ¿era el magnetismo que había entre los dos, tan fuerte que podría confundirse con amor?
Miré a Darío, el cual me abrazó con ternura y yo sentía que mis palabras no fluían, aunque no eran necesarias.
Era posible que hubiera nacido un bello sentimiento entre los dos, difícilmente explicable, por el que sentí cierto temor pero a la vez estaba dispuesta a vivir esos hermosos momentos.
Viva el amor!
Hermoso y tierno relato!
Saludos Insurgentes
Buen relato Karmen.
Un saludo.
La playa, la bachata, el calorrr.. Fuegooo🔥🔥🔥🔥
Te quedas con ganas de saber más 👏🏻👏🏻👏🏻