Era invierno, podía saberlo porque el pequeño trozo de piel fuera de la cama estaba congelado, desperté a mi rutina de siempre, salir revolver un poco entre los pastos con los perros que me seguían para encontrar leña ponerla a secar y coger leña seca para ponerme a cortar y así entrar en calor.
Por la mañana es perfecto porque te desentumece cada fibra del cuerpo, el invierno que cala en los huesos durante la noche se despeja rápidamente con cada golpe del hacha. Entro dentro para reavivar el fuego que quedó de la noche, el fuego bien preparado dura toda la noche y si lo sabes hacer, por la mañana sólo tienes que alimentarlo y vuelve a nacer, como tantas otras cosas… mientras estaba en ello por el rabillo del ojo la veo, como una aparición, como un fantasma, ordenando y desorganizando lo que ordene y organice, la veo dando vueltas… limpiando sobre lo limpio, y preparo el desayuno. A mí me gusta el café con leche pero a veces tomo té no siempre me cae bien la leche a ella creo recordar le gusta el mate con el agua hirviendo pero con un chorrito de agua fría esa es la temperatura perfecta y esa es la temperatura que en general logro conseguir. Durante el desayuno lo de siempre, leo de economía me fijo un poco en las redes sociales, divago un poco en los pensamientos miró fotos viejas..., me encanta ver las fotos que tenía cuando era joven despreocupado cuando tenía todo el mundo por delante cuando no tenía vida, la vida es curiosa cuando no tienes nada tienes toda la libertad y cuando vas teniendo cosas son como muros que te alejan de la misma.
Prosigo mi vida con la panza llena y un poco más caliente vuelvo al jardín a recoger ese interminable manto de hojas por sobre el césped esta tarea me encanta, no tanto la de apalear carretillas y carretillas de hojas si no por lo que viene luego, hacer una montaña gigante para después prenderla fuego, ese calor que emiten las hojas cuando se queman es impresionante puede llegar metros y debo hacerlo cuidadosamente lejos de cualquier planta pues si no se secará, mis perros me acompañan en todo momento, son cuatro siempre están velando por mí, siempre están mirando que hago, en todo momento están atentos a mis instrucciones y son la compañía perfecta, siempre están contentos, siempre sonríen, y lo único que piden es un poco de cariño, agua y por supuesto comida, siempre están esperando que les de comida. Ya hecha la montaña la dejo retozar agarro una parva y las tiro al compost pues al compost hay que alimentarlo siempre, es la manera de tener buenas lombrices. Como es temprano y todo está húmedo por el rocío, me voy adentro a cambiarme la ropa o a estar un rato cerca del fuego para secarme entre tanto debería estar listo el almuerzo, que no es mi departamento.
Comemos, me encanta la pasta es una de esas cosas que son infalibles para mí y donde siempre encuentro satisfacción más en el invierno, la pasta calentita…mmmm; en el almuerzo me gusta ver cómo está el mundo entiendo perfectamente el mío es bastante sencillo para eso lo construí así pero el mundo, el mundo… es difícil de entender está plagado de incoherencias, injusticia y sin sentidos, si sólo pudiéramos ver las cosas que pasan con un poco de sentido común, nada de lo que leo pasaría jamás, además hay que filtrar un montón de fuentes intereses y la realidad es que uno termina informándose de la desinformación que quieren que nos informemos, por lo que ese es mi momento el momento donde trato de deshilvanar todos los hilos que crean los sistemas, los periodistas, la gente, etc eso durante el almuerzo, tamaña tarea para el almuerzo, pero es que me gusta, me gusta entender qué es lo que pasa por fuera de mi pequeña burbuja.
Por la tarde en general es el único que momento en que nuestras rutinas se cruzan, es bueno salir a caminar nos hace bien, utilizar el cuerpo hace bien al espíritu y ese momento, al estar a solas permite que salgamos de nuestro mundo y nos comuniquemos, yo diría que si no saldríamos a caminar ya no existiríamos, caminar por nuestro barrio es hermoso especialmente en invierno donde los árboles algunos están desnudos otros vestidos de ocre, algunos rojos y en general todo está bastante húmedo, la mezcla entre verdes, marrones y amarillos… hay bastante barro y nos embarramos los pies, pero no importa, si te importará en realidad no vivirías en el campo, mucho mucho silencio, pájaros, olores, muy muy poca gente, nadie se atreve a caminar con este frío me encanta el humo que sale de nuestras bocas cada vez más intenso pues vamos entrando en calor y así vamos comunicándonos aletargadamente, así se empiezan a ver nuestros jóvenes de 20, como en aquel verano que nos conocimos, empiezan a salir de adentro nuestro algunas inquietudes, algunas preguntas, algunos pensamientos, sentimientos y curiosidad el uno para con el otro, así cada día ese momento de conexión nos remonta a más de 20 años atrás lentamente con cada paso que caminamos, cada paso nos acerca, el humo de nuestros alientos se empieza entrelazar y finalmente ya cayendo la tarde volvemos caminando de la mano.
Es en esa vuelta donde nos recibe nuestra casa, nuestro hogar, nuestro calor de fuego, nuestros perros, nuestro árbol, todo eso que construimos juntos y que nos mantiene juntos, nuestros logros nuestras tristezas, todo nos abraza en un cálido momento. Tomamos café, mate, descansamos un rato probablemente miramos algo juntos en la tele, alguna serie, la cena la cocinamos juntos y nos vamos a dormir y es así como día de invierno, visito al verano para volver a enamorarme de mi mujer.
Saludos Insurgentes