«QUE SIEMPRE SEA VERANO»

Era julio, y el sol resplandecía. Thomas estaba en la playa, disfrutando de las mejores vacaciones de su vida. Había soñado con este momento todo el año y finalmente estaba ahí, tumbado en la arena caliente, escuchando el sonido de las olas.

En un momento, un chico atractivo se sentó a su lado.

-Hey, ¿puedo sentarme aquí?_Preguntó el chico.

-Claro. _Respondió Thomas, sonriendo amablemente. El chico le devolvió la sonrisa, mostrando sus dientes blanqueados por el sol.

-Soy Ethan. ¿Cómo te llamas?_preguntó el chico.

-Soy Thomas. Un placer conocerte, Ethan.

Ethan y Thomas rápidamente entablaron conversación y comenzaron a compartir sus historias de vida. Descubrieron que ambos eran de la misma ciudad y tenían gustos parecidos en cuanto a música y deportes.

Los dos chicos se llevaron tan bien que se pusieron a jugar a la pelota juntos, corriendo y riendo en la playa. Finalmente, el sol comenzó a bajar en el horizonte, y una luz dorada bañó todo el lugar.

Ethan miró a Thomas y le dijo en voz baja:
-Me gustas. _Thomas se sorprendió por la confesión de Ethan, pero no se sintió incómodo. -También me gustas. _Ethan admitió.

La tensión se resolvió y los dos chicos pasaron una noche maravillosa juntos, tomando un largo paseo por la playa, hablando sobre sus planes futuros y disfrutando el sonido de la música que llegaba de las cercanas discotecas.

-Esta noche, contigo, fue perfecta. _dijo Thomas finalmente.

-Es una lástima que tengamos que separarnos al final del verano. _añadió Ethan.

-Pero quién sabe qué deparará el futuro. Tal vez encontramos una forma de reunirnos de nuevo. _Respondió Thomas con una sonrisa.

Ambos se despidieron con un cálido abrazo, deseándose lo mejor en sus futuros.

Aquella noche en la playa sería algo inolvidable para Thomas, y él tenía la sensación de que el breve romance con Ethan había sido una de las mejores experiencias de su vida.