«Bésame tonto»

Acabamos de llegar al pueblo como cada verano. 
Y éste, el verano del 90, tiene que ser genial.
Cumplo quince años y va a ser inolvidable. 

Además quince es mi número de la suerte.

Lo que más me gusta de venir aquí, son dos cosas: que nos juntamos la mejor pandilla del mundo y los miles de planes que hacemos: dormir a la intemperie en el monte mirando las estrellas, inventarnos historias de miedo al abrigo del tejo milenario que hay junto a la iglesia, carreras con las bicis en el camino del pozo, bañarnos en el río y hacer campeonatos de pesca de piedras. 

La poza que forma el río a su paso por el pueblo, es perfecta para bucear hasta el fondo y coger la piedra más grande que encontremos. 
El agua está tan fría, que es toda una hazaña aguantar más de cinco segundos con la cabeza sumergida. 

Hasta el día de hoy, soy el único que posee el título de campeón absoluto por la pesca de diez piedras en un minuto.  

Pero sin duda, lo que más me gusta del mundo mundial, es que después de esperar todo el año, vuelvo a verla a ELLA.

Ángela es la chica más guapa sobre la faz de la tierra. Tiene unos ojos azules que me derriten cuando nos miramos. 

Es muy divertida. Y de las chicas que conozco, la más rápida cuando hacemos carreras con las bicis. 

Me gusta su risa porque es muy contagiosa y no me puedo aguantar la carcajada cuando la escucho. Llegamos a llorar de la risa. 

Estos, no tienen ni idea de lo mucho que me gusta. Bueno, Adrián sí lo sabe. 

Pero no quiero contárselo al resto, porque estarían puteandome todo el verano y paso. 

Carlos, Pablo, Marco y Luis, junto con Adrián, son mis mejores amigos. 

Pero Adrián es como el hermano de sangre que no tengo. 

En la pandilla solo hay dos chicas. La otra es Mabel, que también es guapa. 

Pero yo solo tengo ojos para Ángela. 

Es un año mayor que yo, ya que ella hace dieciséis años después del verano.

Sé que también le gusto. Esas cosas se notan… 

Y este verano, que soy más mayor y entiendo bastante más lo que es el amor, me tengo que atrever a decirle lo que siento por ella. 

Me da un poco de vergüenza. ¿Y si yo no le gusto?  Pero como dice mi hermana mayor, los ojos no mienten y dicen lo que la boca calla. 

Y sus ojos me cuentan cosas que a los otros no.  

Es un poquito más alta que yo. 
Y no te voy a mentir si te digo que me he imaginado besándola. 

Pero con ponerme de puntillas, listo. 

Después de estar contando los días, por fin ha llegado el día D. 

¡¡Hoy cumplo quince años y estoy muy nervioso porque mis padres me dejan hacer una fiesta por la noche en el jardín!!

Mi hermana me ha grabado dos CD. Uno para bailar con la música que se oye en las discotecas: Estopa, Shakira, Jarabe de palo, Alejandro Sanz… y varios temas en inglés de los que le gustan a ella: U2, Nirvana, Queen, Oasis…  Y el otro, de temas lentos para bailar agarraos. 

Van a venir todos los amigos de la piscina. 

Seremos unos veinte. 

Y ya les he dicho que nada de venir vestidos como cuando vamos a la piscina. 

Hay que vestirse como si de verdad fuéramos a una discoteca. 

El rincón del jardín ha quedado super chulo.

No quería ni gorritos, ni cosas de niños pequeños. 

Sólo unos globos azules formando el número quince. 

Y mi hermana ha decorado la mesa con todas las cosas de comer, la tarta y la bebida, iluminándola con las luces del árbol de navidad.  

Los primeros en llegar fueron estos. Cogieron Coca Cola y Fantas y cómo no, Luis y Carlos empezaron a bailar haciendo el tonto. 
Estaba muy nervioso porque tenía ganas de ver a Angela. 

Y de repente la vi aparecer a lo lejos.  

Estaba espectacularmente guapa. 

Casi siempre lleva pantalón corto y dos trenzas que enmarcan su cara bonita.

Pero hoy se ha puesto un vestido de florecitas que le resalta el moreno, y se ha dejado el pelo suelto. 

¡Está tan guapa!

He notado como un pinchazo dentro cuando la he visto. Y no he podido evitar sonreír, pues me he imaginado a cupido apuntándome con la flecha y haciendo diana.

Me ha devuelto la sonrisa, y mirándome a los ojos me ha felicitado dándome un beso en la mejilla. 

—Muchas Felicidades Alberto. Este regalo es para ti. 

—Gracias Angela. Estás muy guapa con el pelo suelto — dije mientras cogía el paquete que me daba. 

Nos acercamos hasta el resto de la pandilla y cogimos una Coca Cola cada uno. 

La fiesta se fue animando a medida que íbamos perdiendo un poco la vergüenza. 

Bañarnos juntos en la piscina vale, pero animarnos a bailar mirándonos las caras era otra cosa. 

Sobre las once cambié el CD y puse el de música lenta.  

Vi que Ángela estaba bailando junto a Mabel y a Pablo. 

Y respirando hondo decidí vencer mis miedos y acercarme a ella para invitarla a bailar. 

En ese momento empezó a sonar una canción que me encanta. Nothing compares to you.  

De Sinead O’Connor. 

—Ángela, ¿quieres bailar conmigo?

—Claro. 

Le cogí la mano y nos apartamos un poco del resto. 
Ya había alguna parejita más bailando, pero quería un poco de intimidad. 

Mientras la O’Connor seguía cantando, me acerque al oído de Ángela y le dije con voz temblorosa:

—Me gustas mucho Ángela… desde que tengo uso de razón. Eres mi primer pensamiento cuando me levanto por la mañana y el último al acostarme. Me gustan tus ojos y tu risa, y estoy enamorado de ti hasta las trancas. 

Me miró a los ojos y me perdí en el azul inmenso de su bonita mirada. 

Y acercándose lentamente me dijo muy bajito…

—Bésame tonto…