La noche del 31 de octubre,
víspera de Todos los Santos,
la vía de muertitos se cubre
y los paganos rebosamos de espantos.
Lo que olvidan nuestros muertitos
es que vivimos acongojados,
que no necesitamos un monstruo o criatura
para sentirnos atormentados.
Con un vivito es suficiente,
uno notable y sobresaliente,
un rey, un político o un presidente
que ¡por favor! se lleve la santa muerte.
¡Venga! con las calaveras
a visitar al Fernando Simón,
que pasó de: “las mascarillas no son necesarias”
a “mejor usarlas sin excepción”.
El glorioso Pedro Sánchez,
sí, el que nos confinó,
ahora nos tiene a todos afuera
porque la factura de luz nos arruinó.
¡Oh! calavera, calaverita,
ni en mis redes sociales me pude quejar,
ese día pensé que el router no funcionaba
y solo perdí mi tiempo en conectar y desconectar.
El día de muertos es pa’ divertirse de veras,
ese día es mi oportunidad,
para escribir con irreverencia mis calaveras
y los epitafios de los que quiero mandar a la eternidad.
Graciñas