Cambio de destino - Mila Clemente
Mila Clemente

«Cambio de destino»

861 palabras
7 minutos
39 lecturas
Reto creativo «Historias de verano»
El viaje que no sale como esperabas. Siempre puede ocurrir. Una inesperada sucesión de desastres o un acontecimiento especial que lo cambia todo. Cuenta uno de estos viajes.
Cerré la maleta, cogí el bolso con mi billete de tren, y salí por la puerta dispuesta a todo. Era mi primer viaje en solitario. Me sentía nerviosa, eufórica y dichosa. Llevaba años sin poder viajar, me sentía encerrada en una burbuja laboral donde no encontraba la salida. Gracias a distintos acontecimientos en la oficina, abrí los ojos y entendí que me merecía un descanso. Pensé en que un recorrido por Italia de norte a sur me vendría fenomenal; historia, cultura, gastronomía, playas...lo tenía todo, así que me compré un billete de tren para disfrutar del camino a través de sus cristaleras. Siempre me había gustado el traqueteo del tren para viajar. Mientras avanzaba observaba los paisajes y de vez en cuando cerraba los ojos para dormir plácidamente.

Ya en la estación de Sants, Barcelona, visualicé la salida en el panel y salí disparada hacia el andén. Me quedé embelesada tras unos chicos italianos con los que deseé compartir el mismo vagón. Subí tras ellos con una sonrisa en mi rostro, miré mi asiento, coloqué mi maleta, y me acomodé. Con los rayos de sol entrando por mi ventana mis ojos se fueron cerrando hasta que me dormí. Recuerdo que soñé con un turista que me cambiaba el billete de tren para cambiar su destino, y me perdía por Europa sin saber muy bien por dónde caminar, fue angustioso. Al despertar y volver a la realidad, me percaté de que había dormido dos horas seguidas, todo un reto para mí, jamás había dormido tanto tiempo seguido en un viaje. Cogí uno de mis libros para entretenerme, todavía me esperaba un largo camino. Después de estar un buen tiempo sumergida en la historia de mi libro, levanté la mirada para observar el paisaje, fue cuando comencé a sospechar de que algo no iba bien. Junto a la puerta vi que el número de vagón era el correcto, sin embargo, cuando miré el destino del tren en la pantalla iluminada sobre la puerta, mi corazón dio un vuelco, pues no era el que esperaba ver, en ese momento mi destino había cambiado, me dirigía a Ámsterdam. No podía ser, ¡me había equivocado de tren!.

Me extrañé que el revisor no me hubiera pedido el billete para validarlo, aunque posiblemente al verme dormida me hubiera pasado por alto para no perturbar mis sueños. De repente sentí miedo, porque si volvía el revisor indudablemente me ordenaría abandonar el tren en la siguiente estación, y no tenía ni idea de dónde estaba. Logré sortearlo un par de veces, una introduciéndome en el lavabo para no ser vista, y la otra recorriéndome todos los vagones hasta que lo vi desaparecer. Cuando volví a mi supuesto asiento, percibí un ligero descenso de la velocidad. Pasajeros se preparaban con sus maletas para bajar en la próxima estación, París. Tuve mis dudas, ¿seguir o bajar? Tomé la decisión de bajar, así la persecución del revisor terminaría por fin. Cuando fui a dar el primer paso hacia el andén parisino, una mano se posó en mi hombro, un nudo en la garganta casi me corta la respiración. Miré hacia atrás, y al ver la sonrisa de uno de los turistas italianos, me calmó gratamente. Me había olvidado el libro en mi supuesto asiento y el chico me lo entregaba muy cortés. Se lo agradecí y bajé del tren con entusiasmo, y liberando también la bocanada de aire que había inhalado segundos antes.

Unos días en París me pareció buena idea, más tarde pensaría en qué hacer después. Quizás volver a coger un tren hacia Italia. La sonrisa de ese chico no se me quitaba de la cabeza. ¿Habría bajado del tren? No me atreví mirar.

Ya en el hotel, y tras acomodarme en mi habitación, me dirigí hacia el comedor para cenar. Allí fue donde volví a verlo. Aunque esta vez nuestras miradas se cruzaron con fervor. Nuestros platos casi caen al suelo. Sus ojos verdes, su sonrisa, y su acento italiano, me habían cautivado como por arte de magia. Una punzada en el estómago me impedía ingerir mi plato, hasta que Paolo me calmó con sus palabras de duende mientras cenábamos juntos con flores en el centro de la mesa. Le expliqué lo ocurrido en el tren, mi despiste en Barcelona. Nos reímos juntos de lo sucedido, y él agradeció mi despiste porque a causa de ese torpe error, nuestras almas gemelas se habían encontrado. En ese momento ya paseábamos bajo la torre Eiffel, y nuestros labios se besaron para sellar nuestra deseada relación.

Ese inesperado despiste cambió mi vida. Un cambio de destino afortunado, pues si hubiera cogido el tren correcto, mi viaje no hubiera sido tan apasionado.

Tres meses después organizamos un pequeño viaje juntos. De nuevo viajábamos en tren para recordar el día en que nos conocimos. Elegimos como destino Ámsterdam, así finalizaríamos con aquel trayecto erróneo del pasado. Nos quedamos dormidos al comienzo del viaje, al igual que yo cuando pensé que me dirigía a Milán. Al abrir los ojos, una pareja de turistas nos reclamaban nuestros asientos, nos miramos horrorizados. ¿Próximo destino? Viena. Debo reconocer que nos encantó.

Sigue pendiente nuestro viaje a Ámsterdam.
Mila Clemente
Nací en Barcelona en 1974. Mi infancia en Santa Coloma de Gramanet fue en tiempos de la EGB…
Miembro desde hace 2 años.
91 historias publicadas.

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Karmen Rubio
09 may, 18:05 h
Me encanta la historia, como dice el refrán, no hay mal que por bien no venga y está claro que siempre hay que sacarle algo positivo a lo negativo. Bonito y gracioso final. Saludos Mila.
Mila Clemente
09 may, 21:34 h
Gracias Karmen ☺️
María Aguilar
01 jun, 11:19 h
Felicidades, me ha parecido genial.....
Mila Clemente
01 jun, 16:13 h
Gracias María. ☺️
Luz
04 jun, 17:22 h
Final completamente inesperado, muy bueno, a ver si por fin consiguen ir a Amsterdam
Mila Clemente
05 jun, 00:53 h
Gracias Luz. Para el próximo viaje...jajaja
Carmen Fernandez Mayoralas
06 jun, 10:14 h
Muy original y divertida
Mila Clemente
06 jun, 10:46 h
Gracias Carmen. ☺️
elinsurgentecalleja
07 jun, 19:17 h
Divertida historia, llena de giros constantes.
Si alguien no cree en el destino, este relato demuestra que si existe.
Me ha encantado Mila!
Saludos Insurgentes
Mila Clemente
08 jun, 10:01 h
Muchas gracias. El destino es caprichoso...a veces tenemos que sortear muchos obstáculos para llegar a él.
Un saludo.
Mikel M
08 jun, 06:52 h
Muy buena historia, Mila.
Casualidades de esta vida, yo también he intentado ir varias veces a Amsterdam y por una cosa o por otra todavía no he podido ir :)
Mila Clemente
08 jun, 10:04 h
Gracias Mikel. Pues espero que consigas viajar a Amsterdam porque te encantará.
Un saludo.
Celia García Mendieta
09 jun, 17:53 h
Me gusta tu manera tan sencilla de narrar historias y tan ocurrente . Enhorabuena por tu relato Mila🤗
Mila Clemente
09 jun, 23:45 h
Muchas gracias Celia. Me alegro que te guste.

Un saludo.
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