«CAROLINA EN SANLUCAR»
Así que buscó un apartamento en la costa, les llevaría a Sanlucar de Barrameda, un pueblo donde había ido con ellos de pequeña y lo recordaba como un sitio tranquilo y agradable. Sus padres recibieron la noticia con mucha alegría, como le decía su madre. "Hay Carolina cariño, solo por el detalle y porque quieras venir con nosotros ya me parece magia".
Y allí estaban los tres, en un pequeño apartamento frente a la playa, teniendo como fondo el parque de Doñana, en cuanto se instalaron Carolina se adecuó a las necesidades de sus padres, playita por la mañana, comida tranquila en el chiringuito, siesta relajada y paseo al atardecer. Estaba relajada y por primera vez feliz como no se había sentido en los últimos años.
A la semana de estar allí repitieron el chiringuito del primer día, les recibió un camarero muy amable.
- Que alegría verles de nuevo señores, señorita.
- Muchas gracias - dijeron al unísono los tres.
- ¿La señorita querrá un zumo de tomate?
- ¿Qué memoria no? - respondió Carolina sorprendida.
- Como no se me van a quedar esos ojos en la memoria señorita
Carolina se puso roja como un tomate mientras sus padres se carcajeaban. Su madre le daba la razón al camarero.
- ¿Verdad que es un preciosidad? pero ella siempre detrás de sus gafas de sol
- ¡Mamá por favor! que no tengo quince años... Anda calla
La comida siguió entre bromas y al llegar los postres el camarero les sorprendió con unas maravillosas copas de helado con sirope y unas sombrillitas de adorno.
- ¡Regado de la casa! para la chica mas guapa, y los padres mas encantadores de todo Sanlucar.
Todos rieron divertidos. El camarero les dijo que había unas barquitas que salían por la tarde hacia la zona del Parque de Doñana y que era un paseo muy agradable. El mismo les podía sacar los tickets.
- Hay caballero - decía el padre de Carolina - mi mujer y yo no estamos para paseos en barco, pero seguro que a Carolina la encantaría ir.
- No papá, yo me quedo con vosotros. ¿Qué voy a hacer yo sola por el parque?
- Por supuesto que no iría sola señorita, un servidor que además de camarero es ornitólogo y enamorado de la naturaleza, me ofrezco a hacerle un tour por la zona.
- ¡Que bien! dijo la madre de Carolina. Así te da el aire hija, que no se como tienes tanta paciencia ya una semana aquí aguantándonos a tu padre y a mi, así nos quedamos en el apartamento viendo la tele.
Al final Carolina no tuvo mas remedio que aceptar la invitación, quedó en dos horas con el camarero que se terminó de presentar como Eduardo y acompañó a sus padres a casa.
- Mira que sois liantes - les recriminaba- que hago yo toda la tarde con ese señor...
- Hay hija, ver pajaritos, pasear por el campo, se le ve buena persona eso el algo que se nota -le decía su madre.
Carolina, decidió ponerse un biquini, unos short y una camiseta de verano, cogió su bolso de playa con una toalla y se dirigió al chiringuito.
Allí ya estaba Eduardo esperándola, al verla se le iluminaron los ojos.
-Buenas tardes Carolina ¿lista para el paseo?
- Si, si claro ¿no volveremos muy tarde no? He quedado con mis padres.
- No te preocupes, volvemos cuando tu quieras.
-¿Que horario tienen las barcas?
- El que nosotros queramos, dijo Eduardo guiñándole un ojo.
Juntos se fueron hacia el embarcadero y cual no fue la sorpresa de Carolina, cuando se subieron a un pequeño yate donde no había nadie mas.
- ¿Vamos solos?
- Si no te importa si, pero vamos si quieres que avisemos a mis amigos.... No te preocupes mujer, es ahí enfrente, no te voy a raptar je je.
Carolina se le quedó mirando, realmente no tenía pinta de ser el típico hombre avasallador, era alto, se le veía en muy buena forma física, con el pelo muy corto a la moda, pero tenia una expresión sonriente constantemente y como decía su madre no tenía cara de mala persona.
- Venga vale, ¿te dejan el barco?
- Pues.... mas que dejármelo es que es mío, no creas hasta hace poco era del banco.
- ¡Anda! ya te da de si el sueldo como camarero.
- Bueno...la verdad el chirinquito también es mío, y ahora en verano se va haciendo caja
- ¡Eres una caja de sorpresas!.
En cuanto zarparon, pusieron rumbo al parque, se veía desde la orilla, pero Eduardo le dijo que la daría una vuelta para enseñarle el perimetro, le iba dando explicaciones de todas las aves que iban viendo, también de las singularidades del parque, del proceso de las dunas. Así poco a poco fueron ampliando la conversación, contandose cosas mas personales sobre sus vidas. Eduardo le confesó que también había dejado una relación hacia unos meses y que se encontraba un poco solo.
En un momento dado fondearon el yate y le propuso tirarse al agua. Carolina le dijo que la apetecía muchísimo y Eduardo saco unas gafas y unas aletas para hacer snorkel, por esa zona le decía todavía quedaba posidonia y había muchas especies.
Así empezó un amor de verano de del cual desconocemos el final .... o no.
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Amor en estado puro!
Me ha encantado Carmen!!
Enhorabuena!
Saludos Insurgentes