Recuerdo hoy, cuando mis fuerzas ya abandonan mi cuerpo, la historia de Citlalli, una joven indígena que llegó al puerto de Sevilla para ser vendida como esclava. Según me contaron, la joven quedó maravillada con la llegada de Colón y su compañía. Tanto ella como su pueblo son personas gentiles y de gran sencillez, o al menos lo eran antes de esta locura.
Me contaron como Citlalli abrió sus grandes ojos ante el asombro de ver las grandes naves llegar a la costa de su pueblo, lo agradecida que se mostró al recibir los abalorios de cristal de manos del mismo Colón y lo interesada que estaba en aprender todo lo posible de nuestro pueblo. Como quedaba maravillada ante cada pequeño útil que descubría, los cuáles tuvo que utilizar obligada más tarde en la búsqueda de oro, y como tuvo que dejar atrás su espontaneidad y aprender a pasar desapercibida entre los hombres para que la dejasen en paz.
¿Cómo pudieron atreverse a someter de esta manera al que sin duda también es mi pueblo?. Escribí al almirante reprobando esta práctica, indicando que estas personas también eran súbditos de la Corona de Castilla y no esclavos. De igual modo, puse todo mi empeño en que las personas vendidas fueran encontradas y puestas en libertad.
Esbozo una sonrisa mientras recuerdo como Citlalli fue finalmente encontrada en las Islas Canarias, y fue enviada a su hogar donde espero que volviese a recuperar parte de su curiosidad y su bondad, ya corrompidas.
Ahora, que todavía me quedan fuerzas debo escribir a mis súbditos una de mis últimas órdenes como reina. «No consientan ni den lugar a que los indios reciban agravio alguno en sus personas y sus bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados».
Bien escrito y relatado de forma detallada.
Enhorabuena!
Saludos Insurgentes.
Enhorabuena y suerte para esta convocatoria 😉👍🏼