Cuando se despertó una noche de un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en mujer. Eso es lo que le ocurrió a Braulio cuando los primeros rayos de sol, entraron por la estrecha ventana de su celda. Al principio pensó que no era más que un sueño, pero cuando escuchó la sirena que anunciaba la hora de recuento, se dio cuenta de que estaba despierto, y bien despierto. Lo primero que hizo fue mirarse en el mugroso espejo que colgaba sobre el lavabo, comprobó con espanto que su rostro se había transformado en el de una mujer de mediana edad, no demasiado agraciada, por cierto. Luego toco sus pechos, que habían crecido ostensiblemente, al tiempo que todo su vello corporal había desaparecido. Se temía lo peor, así que bajó su mano hacia la entrepierna, y sí, había perdido su bien más preciado, su pene había desaparecido y en su lugar ahora lucía una vagina.
Braulio estaba allí encerrado por el asesinato de su mujer, a la que odiaba y deseaba, casi a partes iguales. Era su naturaleza, odiaba a las mujeres, pero las deseaba como un objeto para su satisfacción personal. No en vano, no era su primera condena, ya había estado antes encerrado por la violación de su propia hermana.
Ahora estaba allí, convertido en lo que más odiaba, encerrado con otros mil presos. ¿Cómo sería su vida a partir de ahora?, no tardó en imaginárselo y las perspectivas no eran muy halagüeñas.
Su compañero de celda miraba con asombro desde la litera de arriba, no daba crédito a lo que estaba viendo y dijo:
“Mis plegarias han sido atendidas”
Lo que vino después, lo dejaremos a la imaginación de cada uno.
Gran historia paisano, enhorabuena.
Saludos Insurgentes