El público de la sala se puso en pie para recibir a la escritora con una cálida ovación. Sin embargo, transcurridos una veintena de segundos sin que nadie apareciera, los asistentes comenzaron a impacientarse y, las palmas iniciales, se transformaron en un preocupante runruneo. La anfitriona, preocupada, se apresuró hacia la trastienda en busca de la joven, pero regresó sin ella, poco después. En su mano portaba una carta que, tras observar por encima, decidió leer a los asistentes.
“Estimada librera y querido público:
Como ya sabrán, hoy estaba previsto presentar mi obra “Desapariciones”, en esta antigua librería de la ciudad de Madrid. Lamentablemente, tengo que comunicarles que dicho acto no tendrá lugar porque tal título no existe.
Me gustaría agradecer, en estas líneas, a la propietaria de esta librería por su generosa donación en favor de mi noble causa. Puede estar segura de que aprovecharé, meticulosamente, hasta el último céntimo de su aportación.
Ruego encarecidamente que no pierdan su tiempo buscándome entre las páginas de los libros que pueblan estas históricas estanterías porque no me encontrarán.
Por último, tengan en cuenta que, en un futuro más o menos lejano, cuando ya me haya aburrido de tomar el sol en playas paradisíacas, es posible que termine escribiendo ese libro que tanto desean adquirir. Estén atentos. Sin lugar a dudas, ustedes serán los protagonistas.
Me despido, deseando que continúen disfrutando esta agradable velada.
Atentamente,
Laura.”
Todos los allí reunidos quedaron tan perplejos que nadie se atrevía a articular palabra. Habían sido víctimas de una estafa literaria diseñada con mucho mimo y detalle.
Muy bueno!
Narración perfecta, muy bueno.
Saludos Insurgentes