Comprenderán entonces, como es mi estado de ánimo en esta ridícula situación en la que me hallo.
Todo comenzó con una idea estúpida, por supuesto. La tarde que propuso el plan me reí a más no poder.
"Un crucero es muy seguro" me dijo.
¡Sí, claro!. ¡Seguro! Dímelo de nuevo ahora a ver qué opinas.
Claro que no vas a poder porque estás en el fondo del océano convirtiéndote en comida de peces.
Volviendo a mi situación actual...¡que gran ironía!
De los varios cientos de pasajeros del buque parece que solo quedo yo. No sé cómo terminé en esta barca pero, les juro, no creo que salga vivo de ella.
Todo pasó muy rápido para que mi mente lo procesara. Recuerdo solo un gran estallido y un inmediato chapuzón en el agua negra. Debo haber perdido la conciencia. O a lo mejor ya estoy muerto y la barca, mi ataúd.
Me despertó una terrible sed y un golpe de sol en la frente. Estaba en esta endeble embarcación sin remos en medio de una calma azul brillante. No es una de las balsas salvavidas del barco. Es apenas un barquito de madera apolillada con la muy pretenciosa inscripción "Neptuno" en un costado.
Avanza sin prisa pero con un rumbo muy definido. Quizás es una corriente que me acerca a tierra. O no.
Lo que más llama mi atención es el chirrido agudo que hace al avanzar. Si no fuera que sé que me estoy volviendo loco, diría que son voces. Voces femeninas que me invitan a vivir.
Saludos.
Me ha encantado, una historia llena de incertidumbre y arrojo.
Saludos Insurgentes