La luz de la luna se reflejaba sobre mi piel manchada de sangre. Había vuelto a ocurrir. Me levanté sin mirar la escena que sabía que estaba a mi espalda. Una persona muerta, tal vez dos, completamente destrozadas como si hubieran sido atacadas por un lobo. Y así había sido.
Busqué mis pertenencias por el bosque. Con los años aprendí a llevar algo de ropa de repuesto por si la que llevaba puesta quedaba destrozada durante la transformación. Me limpié la sangre del cuerpo y me vestí. Luego cogí papel, pluma y tinta para redactar una carta falsa en nombre de la víctima para sus familiares, explicando que todo iba bien, que su amigo Antonio Gómez las había protegido por los peligrosos bosques de Redondela.
Entonces apareció don Genaro, todavía en forma de lobo. Me quedé a observar su transformación.
- Tienes que desaparecer de Galicia, Romasanta. - me dijo con su voz autoritaria. - Estás provocando rumores, nos pondrás a todos en peligro.
Sabía que llegaría ese día. Una tormenta comenzó a caer sobre mi cabeza como si de una despedida se tratase. No me había marchado y ya sentía morriña.
Recuerdo una historia que me sucedió que podría haber terminado como la de tu historia.
Enhorabuena por el relato.
Votado queda.