Carla había pasado mala noche, apenas había podido dormir, toda la noche dándole vueltas a la forma en la que le comunicaría a su familia su decisión. Pero era el día ideal, hoy se reunirían todos para celebrar el cumpleaños de su padre, el año pasado no lo pudieron hacer por la pandemia y el día se prometía muy feliz. Estaba segura de que estarían más receptivos a la noticia, aunque contaba con el enfado de su padre, él estaba muy ilusionado con la idea de tener una médica en la familia. Pero Carla había decidido dejar la carrera y dedicarse a su gran pasión, la literatura. Era una decisión difícil, pero estaba decidida a salvar todos los obstáculos que se le pusieran por delante.
Una vez terminada la comida, había llegado el momento del café, el momento ideal para dar la noticia. Carla, sin pensarlo un momento, soltó la bomba, esperando la negativa de sus padres, aunque tenía el total apoyo de su novio y sabía que su abuela la comprendería. Aunque su hermana, divorciada y madre de una hija, que siempre la había tenido algo de envidia, a buen seguro metería cizaña, como había hecho siempre.
Cuando todos escucharon la noticia, se hizo un silencio en la mesa, un silencio que duró tan solo un minuto, pero que a Carla se le antojó una eternidad. Pero antes de que nadie dijera nada, fue su padre el que tomó la palabra y sentenció:
—Hija mía, hemos leído tus relatos y son maravillosos. No sé porque has pensado que no te apoyaríamos en esto, lo hicimos cuando decidiste cambiar de sexo, y ahora tu sueño es ser escritora, no seremos nosotros los que cortemos tus alas.
Nadie replicó al padre de Carla.
Buen relato.
La protagonista con las ideas muy claras.
Enhorabuena paisano!
Saludos Insurgentes