Hacía tanto que no te ve veía, que ya no recordaba tu aroma, ni el dulce sonido que me arrullaba antaño y me hacía dormir, soñar con lugares lejanos que jamás podré visitar, pero tú estabas tan cerca a la vez que lejano. Ya han pasado demasiados años desde la última vez que pisé esa arena que te acompaña, dos almas unidas e inseparables. Tú, el mar, que me acompañaste en mi niñez, que me viste crecer y fuiste testigo de mis primeros amores, de mis primeros desengaños. Me acompañaste en mis peores momentos, y también en los momentos mas felices. Ahora ha pasado demasiado tiempo y ya soy hombre maduro, que se acerca a ti para agradecerte tanto, que no soy capaz si no más que llorar de emoción al volver a escuchar el sonido de las olas, rompiendo en la orilla, acariciando mis pies, dándome la bienvenida, como diciendo, ¿Por qué tardaste tanto en venir a verme?
Pero, ¿sabes?, si regresé a ti, es porque te añoraba terriblemente, y ahora en el ocaso de mi vida, siento más que nunca que necesito de tus consejos, esos que tu solo sabes darme. Sentarme junto a ti, y sentir como me susurras al oído, sentir la suave caricia de tus olas en mis pies. Hoy quisiera contarte, que pasé mi vida buscando a esa persona que me amase sin condición, que me cuidase sin pedir nada a cambio, que me ofreciera su alma y tan sólo escuchara mi silencio. Pero después de tanto tiempo, comprendí que esa persona solo existía en mi imaginación, y cada vez sentía más y más esa soledad que me atenazaba y oprimía mi libertad. Creo que descubrí demasiado tarde que esa persona estaba dentro de mí, porque tan solo yo podría cuidar de mi mismo, nadie podía darme ese amor que tanto busqué y no encontré.
Y ahora que mi único deseo es emprender el viaje final, tan sólo tú estás a mi lado, escuchando mis lamentos, mis anhelos, mis recuerdos de viejos amores que no lo fueron. Tu y yo, y ese viejo libro que siempre me acompaña, ese libro que he leído cientos de veces, cada vez que me siento a tu lado. Esas poesías de Rimbaud, que siempre acompañaron.
—¡Pero ni una mano amiga! ¿Y donde buscar auxilio? —Dice Rimbaud
Y que razón tenía, ¿acaso alguien me acompañará en mi soledad, excepto tu?
Nadie lo hará, nadie vendrá a consolar mi desdicha y el recuerdo de aquel último amor fallido.
El día se está acabando, y los últimos rayos de sol iluminan tu rostro, un rostro infinito que cuando la oscuridad me acecha, brilla más que nunca. Es la hora de leer los últimos versos de mi libro, antes de que la oscuridad inunde mis ojos…
Nunca la esperanza.
No más orietur.
Ciencia y paciencia
el suplicio es cierto
No más mañana,
brasas de satén,
vuestro ardor
es el deber.
Los versos de Rimbaud una vez más me acompañan en esta soledad demoledora, pero no lo harán en la eternidad. Es mejor que ahora abandone este libro sobre la blanca arena, quizás mañana otro alma solitaria lo recoja, y le acompañe en su melancolía.
Y ahora que la oscuridad incierta ha cubierto el lugar, me uniré a ti. Mi verdadero amor, mi único amor. Ahora solo cubres mis pies, pero sigo caminando hacia ti, hasta que todo tú estás en mi y yo en ti. Me sumerjo en tu alma, hasta que la vida me empieza a abandonar, y el último soplo de vida abandona mi cuerpo y mi alma es tuyo, solo tuyo. En el último verano, el último sufrimiento, la última soledad. Ahora somos solo uno y un último verso me acompaña.
¡Ha sido encontrada!
—¿Qué?— la Eternidad.
Es el mar mezclado
con el sol.
BIBLIOGRAFIA: “Una temporada en el infierno” Arthur Rimbaud
El amor puro es el que prevalece.
Es un placer volver a leerte por estos lares!
Saludos Insurgentes
El amor es lo que tiene, que está en todos lados.
Que gusto leerte 🤗