«ENTRE LA TIERRA Y LA ARENA»

Sentada en la arena, observaba como el sol diluia sus tonos anaranjados sobre el agua. Las nubes retozaban coloradas sobre mi cabeza, intentando buscar su lugar en el cielo. Tal vez eran un reflejo de mis pensamientos, proyectados a través de mis ojos. Pero aquella tarde el cuadro sobre la inmensidad había cambiado. Tres siluetas tachonaban el horizonte, mientras crecian orgullosas en el oceano. Grandes telas tejidas parecian vestirlas al amparo del viento. De pronto, uno de aquellos gigantes extraños dejo salir de sus entrañas, lo que parecia, un gran árbol mecido por las olas, que decidido se deslizaba hacia la arena. Comence a correr y a refugiarme en la tierra, junto a las rocas. Aquel extraño objeto pareció desgajar la arena en dos cuando alcanzó la playa. Mis manos se aferraron a las rocas pero mi corazón se deslizo hasta la arena. Entonces lo vi descender de aquel árbol cual fruto maduro. Caminó hasta donde estaba y clavó una rama vestida, entre la tierra y la arena. Entonces me vio. Nunca habia visto una piel como aquella ni un cuerpo escondido entre telas. Su cara dibujo sorpresa sobre el lienzo de mi cuerpo. Las rocas parecieron desvanecerse. Eras tú. Estaba sola cuando un nuevo mundo me alcanzó y ahora, tantos años después, te lo llevas, mi amor. Tú descansarás entre la tierra y la arena y yo esperaré poder volverte a ver.