Esta historia diminuta da inicio en una aldea del norte de España. El lugar perfecto para pensar y recargar energías positivas. La segunda residencia de los padres de Telma, 18 años. Había organizado sus días con Mario, su mejor amigo desde la niñez.
-¡Qué bonito lugar!- Dijo Mario
-Ya te dije que era perfecto. Vamos a darnos un baño en la zona fluvial. - Dijo Telma
Mario asintió, era un planazo. Fueron al lugar sin perder tiempo, se desnudaron y saltaron al agua. Estaba bastante helada, pero nadie podía negar darse un baño en aquel asombroso paraje. El sol se oculto sin apenas darse cuenta.
Al día siguiente, Mario se decantó por el camino de la derecha. Telma dudaba. Realmente hacia ese lugar mamá nunca le había dejado ir. Había una leyenda que nunca quisieron contarle. A pesar del miedo interior que sentía Telma, iniciaron el camino de la derecha. Escucharon un movimiento cercano y se aproximaron sigilosamente.
Telma cayó y parecía haberse hecho un pequeño esguince en el pie. Pero tenía muy claro que nada la iba a detener. Así que con la ayuda de Mario decidieron seguir avanzando.
Decidieron seguir el rastro de unas extrañas huellas, hasta que vieron que accedían al interior de una cueva. Ambos accedieron a la diminuta cueva cautelosamente. En su oscuridad interior se observaba una sombra. Telma estaba a punto de entrar en pánico y se situó tras Mario. La curiosidad aumentaba, así que decidieron aproximarse a la sombra. Era un ser extraño del tamaño de un niño de cuatro años. Contenía una melena larga y poco cuidada y unas uñas puntiagudas y muy sucias.
-¡Vámonos!-Dijo Mario
Telma hizo caso omiso. Quería averiguar realmente lo que ocurría en su aldea. Él ser temblaba, observándoles fijamente a ambos mientras Telma se aproximaba.
-¡No! - Grito el Ser.
Telma se detuvo. Se dio cuenta de que era humano y que hablaban el mismo idioma. Mario le dio la indicación a Telma que sería mejor salir de la cueva.
Al día siguiente, dudaban si realmente volver a aquella cueva, el ser parecía agresivo al abandonar anoche el lugar. Al salir tomaron el camino de la izquierda para dirigirse a la zona fluvial y darse el último baño de esas vacaciones. De repente, notaron movimiento tras ellos. Decidieron hacer como que no le habían visto y continuaron su camino. Al llegar dejaron las mochilas y se sacaron la ropa para darse un último baño. Él humano se aproximó y les robó la ropa. Volvió a ocultarse mientras se vestía con esa ropa que le quedaba inmensa. Una vez vestido, regresó en busca de comida. Telma decidió salir tranquilamente del agua para aproximarse. Daba mucha impresión a la luz del día, sobre todo por su estado desaliñado y su pequeño tamaño.
El pequeño humano se aproximó a Telma observándola y tocándole las manos. Mientras no paraba de hacer movimientos con los pequeños, mugrientos y extraños pies mientras enredaba más aún su largo cabello.
Hagamos un trato. Comida a cambio de información.- Dijo Telma
El ser aceptó. Llevaba mucho tiempo sin poder comer bien.
-Me llamo Teiti. La mujer que me dio la vida murió la noche en que yo nací, era una noche de luna llena. Desde aquel momento me quedé con el sacerdote del pueblo próximo. Hasta que un día logré escapar. - Dijo Teiti.
-¿Y tu padre?- Dijo Telma
-Según el sacerdote, mi padre era un ser extraño, feo, agresivo y muy diminuto, él cuál pocos conocen.Yo tenía que ir creciendo como cualquier otro niño, pero no fue así. Fui sacando rasgos de mi padre y me miraban como si fuera un bicho raro. A medida que cumplía años me mantenían encerrado para evitar que así hiciera daño con mi agresividad. Hasta que un día conseguí escapar y permanecer oculto.- Dijo Teiti
Por la manera en que Teiti hablaba había poca diferencia de edad.
- ¿Y cómo has conseguido sobrevivir oculto y solo?-Dijo Mario.
- En la casa contigua de donde os hospedáis vivía un señor, él cuál me ayudaba y me mostraba aprecio. No le daba miedo relacionarse conmigo. Pero, hace unos meses que no sé absolutamente nada de él. -Dijo Teiti
En la casa contigua estaba viviendo el abuelo de Telma hasta que por cosas de la edad tuvo que mudarse a una residencia.
Decidieron hacerle una visita en el camino de regreso. Al entrar en la residencia e identificarse, allí estaba su abuelo. Sentado, leyendo un libro, junto a la ventana.
-Hola aitona. He conocido a Teiti.- Dijo Telma
-¿Cómo está? Con este libro le enseñe a leer. Siempre ha querido permanecer oculto. Yo era su única compañía. ¿Por cierto, cómo sabes que existe? Tu madre nunca te dejo ir hacia su guarida. Siempre decía que era muy peligroso por su agresividad que se acercara a ti o a alguien de la aldea.-Dijo el abuelo con rostro de preocupación.
- Aitona, tenemos que hacer algo para ayudar a Teiti. Somos los únicos que realmente sabemos que no es agresivo por mucha leyenda que haya tras él.-Dijo Telma
-Tienes razón mi niña. Pero yo desde la residencia nada puedo hacer.- Dijo el abuelo.
Al regresar a su casa no podía evitar pensar en Teiti.Nadie se acercaba a él por miedo generado por unos prejuicios falsos a base de una leyenda medio inventada.
Después de días pensando, recordó que Teiti sabía leer. Así que decidió enviar una caja para que la dejarán en la puerta de la casa del abuelo.
A los días Telma recibió una notificación. Teiti había abierto la caja. En su interior había las llaves de la casa. También una tablet y una nota que le explicaba detalladamente cómo activarla para poder contactar. Todo eso era nuevo para Teiti y el abuelo. Por suerte aprendieron lo básico para poder comunicarse. Por otro lado Telma estaba deseando regresar con su madre a la aldea y demostrarle que Teiti existía y que no era nada agresivo por muchos prejuicios que generará dicha leyenda.
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Un saludo.
Bonito final para una historia triste y tierna a la vez.
Saludos Insurgentes