«Interferencias»

Finales del s.XV. Un poderoso Imperio se tambalea, atraviesa sus horas más bajas, se suceden malas cosechas y constantes levantamientos. El poder parece tener los días contados en su cómodo estatus.
- Mi señor, acercan se, razones había de los astros temer.
- Sí, por supuesto - afirmaba serio y desconcertado aquel ostentoso líder del Imperio-. ¡Cariño!- gritó desde su trono, bajo el peso de la corona emplumada-.
- ¿Es que no sabes hacer nada solo? ¿Qué te ha pasado esta vez?
- ¡Gracias, Brujo!- añadió invitando a abandonar la estancia a su hechicero; cerró las puertas del templo y se dirigió a su esposa-.
- ¿Por qué me has contratado a este "Brujus Disléxicus"? Parece que le lleguen las noticias con interferencias. ¡Yo soy aquí el jefe (después de ti, cariño)! Creo que merecemos un locutor de catástrofes en condiciones- aseveró.
- Ya sabes que son tiempos difíciles para encontrar trabajadores cualificados- se excusaba su esposa-. Acuérdate del anterior, ¿quieres que te refresque la memoria?
- No será preciso,- se rascaba la barbilla- recuerdo al tartamudo "Felispo Curipoma".
Tomó aire y masculló entre dientes quejas sobre su desdicha.
- ¿Es que las noticias buenas no pueden llegar todas juntas y de una vez portodas? Entre el "Disléxico Morocho" y el "Tartamudo Felispo", uno parecía que me daba las noticias con interferencias y el otro con mala sintonización- suspiraba el pobre-.
Las puertas se abrieron haciendo un ruido ensordecedor, entró el informador real con un mensaje urgente: "desconocidos en barcas colosales, a seis noches".
- Querido, sé que eres hombre orgulloso, pero escucha la sublime idea que se me acaba de ocurrir, por favor. ¿Y si invitáramos a entrar a esos moradores de tierras desconocidas a nuestro hogar? Revitalizaríamos la buena imagen del Imperio con el turismo exterior. Tengo el slogan perfecto, con garra, con gancho: "Imperio Maya, ciudad de vacaciones".