Las lágrimas de alegría se tornaron pronto en gritos de dolor y rabia. Mariela había dado a luz a una hermosa niña de ojos marrones y pelo rubio, todo había ido muy bien hasta que su cuerpo entró en muerte súbita. La partera quitó al bebé de su pecho e intentó reanimarla sin éxito.
Yo, paralizado por el miedo y el dolor, solo pude salir de la casa y correr hasta el bosque entre gritos y lamentos hasta que caí de rodillas preso del pánico. Fue allí cuando el destino de nuestras vidas cambió; no sé cómo ni por qué pero sucedió, el mismísimo diablo se apareció ante mí para ofrecerme un pacto, su vida a cambio de la mía. Pensé en mi hija, qué futuro podría tener sin el amor de su madre, sería mejor crecer con la ternura de Mariela que con una figura paterna que siempre vería en sus ojos a la niña que arrancó la vida de quien más amaba. No dudé y pacté con Satanás.
-A partir de ahora éste será tu aspecto para el resto de los tiempos. Vagarás entre sombras en soledad y vivirás para representar el miedo y el terror del más allá. Tan solo en las noches en que se recuerda a los muertos podrás visitar a tu amada.- Explicó.
Mi cuerpo se volvió áspero como el tronco de un árbol, mis uñas se transformaron en garras y mi rostro es, desde entonces, el de una bestia que mira a través de ojos rojos que imponen el miedo a quien se cruza en mi camino.
La montaña me da el cobijo necesario para mantenerme escondido, tan solo la noche de los muertos bajo al pueblo y contemplo por la ventana a las dos mujeres que hacen que mi corazón siga siendo el de un humano.
Gran sacrificio del padre... Con un giro final muy bueno, enhorabuena.
Saludos Insurgentes